Alfombra roja: Ehud Olmert

Irene García Benito
 |  19 de febrero de 2016

APODO: Prisionero número uno.

FRASE: “Como todo representante público he cometido errores”.

CURRÍCULO: Nacido en 1945 en el seno de una familia con una ideología sionista revisionista, Ehud Olmert seguiría los pasos de su padre al militar en el Betar, un movimiento ideológico juvenil de corte derechista y antesala de la creación del partido Likud. Tras el servicio militar obligatorio, Olmert se diplomó en Psicología, Filosofía y Derecho, comenzando de forma paralela su carrera política. Así, en 1973 fue elegido diputado de la Knesset y en 1975 ingresó en un bufete de abogados. Reelegido en varias ocasiones a la Knesset, en 1988 adquirió mayores responsabilidades al ser nombrado ministro sin cartera. Es entonces cuando abandona definitivamente su labor como abogado. En 1990 se convirtió en ministro de Sanidad hasta 1992, cuando el Likud es derrotado en las urnas por los laboristas. Su primera etapa política como diputado en la Knesset estuvo marcada por posturas muy duras hacia Palestina, votando no en los acuerdos de Camp David de 1978, rechazando la devolución de la península del Sinaí.

Fue alcalde de Jerusalén entre 1993 y 2003, etapa en la que la ciudad experimentó un mayor desarrollo que en épocas anteriores, en especial en el sistema educativo y el sector ferroviario. Defendió firmemente la expansión de Jerusalén Este hacia las tierras confiscadas a los palestinos en 1967. Mediante la urbanización de tierras de cultivo árabes, buscaba convertir Jerusalén en la capital “completa y unificada” de Israel. Comenzó, además, la construcción de un muro de seguridad en junio de 2002 en la frontera con Cisjordania.

Tras dos mandatos como alcalde se convirtió en la mano derecha de Ariel Sharon, a quien seguiría tras la fundación del partido Kadima. Es entonces cuando comienza a disiparse su política agresiva hacia Palestina. En 2005 se mostró a favor de la retirada israelí de la franja de Gaza, reconociendo que fue un acierto la retirada del Sinaí años atrás. Cuando en 2006 la salud de Sharon le incapacitó para gobernar, Olmert lo sustituye y, en mayo de ese año, se convierte en primer ministro. Llevó a cabo diversas negociaciones de paz, llegando a ofrecer la retirada de la mayoría de los territorios de Cisjordania. Pocos primeros ministros de Israel han llegado tan lejos.

Pero no todo fueron luces. Esta etapa estuvo marcada por la Segunda Guerra del Líbano, donde Olmert fue acusado de mala gestión. La puntilla a su carrera política vino en 2008, cuando tuvo que dimitir por varios escándalos de corrupción: “Creo que actúo de forma institucional, responsable y seria, tal y como había prometido desde el primer momento a la sociedad israelí’’.

MÉRITOS: Tras años de investigación y una condena en firme por soborno y obstrucción de la justicia, Olmert se ha convertido en el primer ex jefe de gobierno israelí que ingresa en prisión. El 15 de febrero traspasó las puertas de Maasiyahu para cumplir 19 meses.

Ya durante la alcaldía de Jerusalén fue acusado de financiación ilegal durante la campaña electoral de 1988. Han tenido lugar hasta cuatro investigaciones policiales por corrupción con Olmert involucrado. La más importante de ellas es el caso Holyland, un proyecto urbanístico de lujo por el que fue condenado a seis años de cárcel en marzo de 2014. Un año después, se añadieron ocho meses a esta condena tras un juicio donde se le acusó de aceptar sobornos de un empresario estadounidense. En diciembre de 2015 el Tribunal Supremo redujo la condena a 18 meses, al considerar que no había pruebas suficientes que demostrasen las acusaciones de soborno. Más tarde se añadirá un mes adicional por tratar de evitar que su secretaria testificara contra él.

La entrada en prisión de Olmert añade un nombre más a la lista de cargos públicos israelíes condenados. Hasta diez ministros han estado o están en la cárcel por distintos casos de corrupción, soborno u obstrucción a la justicia, a los que se unen también miembros de la Knesset. Destaca el caso del expresidente Moshé Katsan, quien fue condenado en 2011 a siete años de prisión por violación, acoso y obstrucción a la justicia.

En un vídeo difundido antes de su entrada a prisión, Olmert destaca que su caso es una muestra de que “ningún ciudadano está por encima de la ley’’, al tiempo que considera que pagará un “alto precio’’ por sus errores.

 

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