¿El último rugido de la OPEP?

Política Exterior
 |  7 de diciembre de 2016

La decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de reducir la producción de crudo en un 3,5% (de 33,7 a 32,5 millones de barriles al día) ha tenido un impacto inmediato en los mercados globales. Una semana después, el precio del barril de Brent se ha disparado un 17%, alcanzando los 54 dólares. Lo que queda por determinar es si este acuerdo, que entra en vigor en enero y durará seis meses (pudiendo ser prorrogado otros seis), fracasará o marcará el inicio de una tendencia alcista.

Una cosa está clara: la OPEP, a día de hoy, no es el mismo cartel que durante la década de los setenta sacudía al mundo entero con sus subidas al precio del petróleo. Hoy la organización representa el 42% de la producción mundial y para dar credibilidad al acuerdo se ha visto obligada a cortejar a Rusia y Omán (13% de la producción global). La decisión de aumentar la producción de crudo para abaratar los precios internacionales, tomada por Arabia Saudí hace dos años, no parece haber dado los resultados previstos. En el último año, Riad se ha visto obligada a aprobar medidas de austeridad, sin haber logrado doblegar a la industria del shale en Estados Unidos.

Los saudíes serán, además, quienes carguen con la mayor parte de la reducción, rebajando su producción de 10,5 millones a 10 millones de barriles al día. Irak también se ha comprometido a recortar su producción en 200.000 barriles al día. No así Irán, que aumentará su cupo en 90.000 barriles, llegando a producir 3,8 millones por día. Riad no ha logrado contener la reincorporación de Teherán al mercado global de crudo tras la relajación del régimen de sanciones internacionales.

A nivel global, el encarecimiento de los precios de petróleo puede suponer un balón de oxígeno para los productores latinoamericanos, como Ecuador y especialmente Venezuela. Brasil, que no pertenece a la OPEP, también puede verse beneficiado. En Europa el impacto es mixto: Rusia se beneficiaría de la subida, pero no así la Unión Europea, que importa la mayor parte del petróleo que consume (en el caso de España, que importa más del 99% de su petróleo, la decisión de la OPEP afectará al Índice de Precios al Consumo). El este de Asia, inmenso importador de hidrocarburos, también sale perdiendo. Indonesia, único miembro de OPEP en la región, volvió a ser expulsado de la organización.

El principal beneficiario del recorte en la producción podría ser EEUU. La industria del shale, que se resiente con un barril por debajo de los 50 dólares, vuelve a ser rentable. Tras dos años difíciles se reactiva la producción, con el número perforadoras en funcionamiento en suelo estadounidense elevándose un 50% desde mayo: de 248 a 376. A mediados de 2014, antes de la bajada de precios, EEUU adelantaba a Rusia y Arabia Saudí en producción de petróleo, convirtiéndose en líder mundial. El país no pertenece a la organización, y podría aumentar su producción si los precios se disparasen.

 

OIL

 

No existe un consenso sobre el efecto que tendrá la decisión de la OPEP. Analistas escépticos como Nick Butler, de Financial Times, destacan la fragilidad del acuerdo: sus miembros pueden incumplirlo, mientras que productores que no pertenezcan a la OPEP, como EEUU, Brasil, Canadá y Kazajistán, pueden ignorarlo directamente y contrarrestar la subida de precios aumentando su producción. El acuerdo, señala, “simbolizará la muerte de uno de los cárteles más poderosos del mundo”. Butler sostiene que el precio del barril difícilmente alcanzara los 60 o 70 dólares.

Para Pierre Andurand, director de uno de los pocos fondos de inversión que ha sabido anticipar las fluctuaciones petróleo en los últimos años, el precio del barril continuará subiendo, llegando a 60 dólares a finales de 2016 y 70 dólares en 2017. Andurand señala que la industria del shale se beneficiaría del alza, pero las compañías estadounidenses no aumentarían su producción a menos que los precios se mantuviesen por encima de 60 dólares durante un tiempo prolongado.

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