INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1034

ISPE 1034. 15 mayo 2017

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La idea de pagar por ver televisión –películas, series, fútbol– era irreal hasta hace poco. Pero la inclusión gradual de una oferta a la carta por los principales operadores, sembró el terreno y habituó a los usuarios al nuevo sistema. A la mayor parte de ellos, el servicio no le resultaba gravoso al estar incluido en el paquete integrado de voz, datos, Internet y TV.

Con el tiempo, la audiencia se adaptó, primero por la inevitabilidad de pagar por los mejores partidos de fútbol, no disponibles en abierto, y luego por la estrategia de las operadoras de ofrecer únicamente en cerrado algunos programas, películas y series. La tendencia a pagar por ver lo que uno quiere ha adquirido ya un empuje imparable, en buena parte por la popularidad de compañías de downstreaming como Netflix, la pionera, y Amazon Prime.

Netflix, fundada en 1997, roza ya los 100 millones de usuarios de pago en 130 países, 47% de ellos fuera de EEUU. Su éxito se debe a que por cinco o 10 dólares mensuales –según los mercados–, el usuario tiene acceso a casi todo su catálogo. Netflix ha batido además récords en facturación, beneficios y capitalización bursátil al doblar sus ingresos entre 2013 y 2016, de 4.400 a 8.800 millones de dólares, un lapso en el que sus beneficios aumentaron de 112 a 186 millones. La tendencia se ha reforzado este año.

En el primer trimestre, facturó 2.636 millones de dólares, un 34,7% más que en el mismo periodo de 2016. Y los beneficios llegaron a los 178,22 millones de dólares, casi seis veces más que en el mismo periodo de 2016. En 2013 el precio de sus acciones rondaban los 10 dólares, hoy superan los 160. Amazon ha imitado a Netflix con tanto éxito que su división de downstreaming es…

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