INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1058

#ISPE 1058. 13 noviembre 2017

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La purga en la que han caído 11 príncipes y unos 40 altos cargos de la administración, mandos militares y empresarios, muchos de ellos destituidos o encarcelados, demuestra que la carrera hacia el trono saudí de Mohamed bin Salman (conocido como MBS) –príncipe heredero y ministro de Defensa y Economía, entre otros cargos– era mucho más espinosa de lo previsto.

Las circunstancias eran propicias para un golpe de mano: una economía muy golpeada por la caída de los precios del petróleo; el ejército empantanado en una guerra en Yemen con los rebeldes huzíes apuntando hacia Riad sus misiles; el fracaso del bloqueo a Catar; y en medio de la influencia iraní en Irak, Líbano y Siria.

Horas antes de las detenciones se anunció la muerte en un accidente de helicóptero del príncipe Mansour bin Muqrin, vicegobernador de la provincia de Asir –y como MBS, nieto del rey Abdulaziz, fundador de la dinastía Al Saud– lo que alimenta las sospechas de que la purga fue un contragolpe para abortar una conspiración en marcha. Otros cuatro príncipes disidentes exiliados en Europa se dan actualmente por desaparecidos, lo que hace parcialmente visible la lucha dinástica por el poder.

Uno de los principales objetivos fue el príncipe Miteb bin Abdullah, jefe de la Guardia Nacional, un cuerpo de élite encargado de la defensa de la familia real, y el último de los príncipes que aún podía retar a MBS en el implacable juego de tronos que se escenifica hoy en Riad.

Otra pieza de la caza mayor de MBS ha sido el príncipe Alwaleed bin Talal, uno de los 50 hombres más ricos del mundo, con una fortuna personal de 15.000 millones de dólares y participaciones accionariales en grandes grupos financieros, inmobiliarios y de comunicación agrupados en el Kingdom Holding, la compañía…

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