INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 899

#ISPE 899. 21 julio 2014

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La ausencia en Sarajevo de Nebojsa Radmanovic, presidente de la República Srpska, la entidad serbia de Bosnia-Herzegovina, en los actos conmemorativos del centenario en la capital bosnia del asesinato del archiduque Francisco Fernando, el 28 de junio de 1914, que detonó la Primera Guerra mundial, ha sido una clara señal de que 20 años después del fin de las guerras de desintegración de Yugoslavia, la república balcánica sigue escindida entre serbios, bosniakos musulmanes y croatas.

El autor del magnicidio, Gavrilo Princip, sigue siendo una figura controvertida 100 años después. Los serbios le consideran un héroe y mártir de la lucha por la liberación de Bosnia del imperio Austro-Húngaro y de su unidad con Serbia en el reino de Yugoslavia surgido del tratado de Versalles de 1919.

Para croatas católicos y bosniakos, por el contrario, Princip fue un terrorista que atacó al corazón de las autoridades imperiales que desde Viena les protegían de las ansias de dominación de Belgrado.

Esas interpretaciones radicalmente distintas del pasado abonan el pesimismo sobre el futuro unitario de Bosnia-Herzegonina. Los serbios creen que la condena del atentado de Princip busca demonizar a los serbios y culparles por el estallido de la Gran Guerra y, de paso, también de las guerras balcánicas de los años noventa, que Belgrado atribuye más bien al secesionismo de eslovenos, croatas y bosniakos en los primeros años noventa.

En las guerras que desintegraron a Yugoslavia murieron más de 110.000 personas. Para muchos bosnios, esa sangre no ha sido vengada aun y se ha mezclado con la derramada hace un siglo. La Federación Bosnio-Croata –la otra entidad política del país, además de la República Srpska– organizó los actos conmemorativos del centenario, muy críticos con el magnicidio.

El alcalde de Sarajevo, el bosnio-croata Ivo Komsic, propuso hacer…

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