Editorial: Debate
Fecha: 2015
Páginas: 558
Lugar: Barcelona

La catedral de Turing

George Dyson
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A día de hoy parece imposible imaginar nuestra vida sin las nuevas tecnologías. Parte de la culpa la tiene Alan Turing (1912-1954). Este matemático británico, científico de la computación y criptógrafo, es considerado uno de los padres de la computación y precursor de la informática moderna. Durante la Segunda Guerra mundial trabajó para descifrar los códigos nazis, especialmente los de la máquina Enigma.

Pero Alan Turing no es el único protagonista de la obra. La catedral de Turing narra la historia de una de las invenciones más importantes del siglo XX: la computadora digital. El autor, George Dyson, historiador de la tecnología y la ciencia, recoge las historias de todos los que participaron en el inicio de la era informática. Este técnico libro es una buena opción para entender de qué manera se concibió y creó la computadora. Pero va más allá, pues incluye apuntes históricos y físicos de las armas nucleares, los primeros trabajos sobre la vida e inteligencia artificial, investigaciones e informes originales, y abunda en detalles como el envenenamiento de Turing, que le causó la muerte; la paranoia de Kurt Gödel, quien creyendo que su comida estaba envenenada se dejó morir de inanición; o el menos conocido trágico final de Klara Dan von Neumann. Probablemente, sus circunstancias personales le hayan facilitado el camino para escribir esta obra tecnológica. Su padre es un eminente físico teórico, su madre es matemática y su hermana, inversora tecnológica; además, él siempre ha sentido especial interés por la historia de la tecnología.

Gödel (1906-1978) es un matemático crucial en esta historia, inventor del doble sentido matemático: demostró que los números tienen dos significados; el habitual, que designa cantidad; y el codificado, que designa una proposición lógica. Gödel combinó así los datos y el código de la aritmética, y Turing reformuló esta idea que aplicaría a un hipotético universo de autómatas, en el que un dispositivo formal y simple, conocido hoy como la máquina de Turing, era capaz de realizar cualquier cálculo.

En 1951 se construía en Princeton una máquina conocida por su acrónimo MANIAC; más pequeña y más rápida que su predecesora, ENIAC, que ocupaba toda una habitación. Por primera vez en la historia, los números podían ser algo más que números. En todo ello, el matemático estadounidense, luego “asesor para la construcción de bombas y ordenadores durante la Segunda Guerra Mundial” John von Neumann (1903-1957), es uno de los protagonistas. Hoy, los procesadores de nuestros aparatos tecnológicos se basan en su diseño. El proyecto de Von Neumann era materializar la máquina de Turing, constructo teórico creado en 1936. Aunque la idea ya estaba ahí, era él quien tenía los contactos y el prestigio necesarios para convertirla en una realidad material. Aunque no se trataba del primer ordenador, sí fue pionero en hacer pleno uso de la matriz de almacenamiento de acceso aleatorio de alta velocidad. El ordenador de programa almacenado, concebido por Turing y construido por Von Neumann, fue el primero en distinguir “entre los números que significan cosas, y los números que hacen cosas”, cambiando para siempre nuestra realidad. Von Neumann y dos compañeros codificaron el diseño de su máquina en 1946 a través de la publicación de un informe, que no quisieron patentar.

Con el apoyo económico del gobierno estadounidense se creaba el ordenador, lo que estaba directamente relacionado con las ansias de construir una bomba de hidrógeno, en un contexto de final de la Segunda Guerra mundial. Las bombas de hidrógeno, altamente destructivas, necesitaban ordenadores que simulasen las detonaciones y las ondas expansivas, al no poder utilizarse el método de ensayo y error por razones obvias. En este sentido, los ordenadores eran imprescindibles para desencadenar las explosiones nucleares, y también para entender que lo que ocurriría después. Ordenadores y bombas se ponían a prueba mutuamente. “No es casualidad que la más destructiva y la más constructiva de las invenciones humanas aparecieran exactamente al mismo tiempo”. Para Von Neumann, su mayor preocupación no era la bomba, sino el poder que podían llegar a tener las máquinas. Sabía que ya nada volvería a ser igual; había nacido el universo digital.

Lleno de interesantes detalles e imágenes a lo largo de sus páginas, La catedral de Turing constituye un exhaustivo testimonio de la historia del nacimiento de la computación, y de su relación con el desarrollo de las armas termonucleares, en particular las bombas de hidrógeno.