Autor: Adela Muñoz Páez
Editorial: Debate
Fecha: 2017
Páginas: 368
Lugar: Barcelona

Sabias

Aida Albertos Goyos
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Si la recurrida frase “la historia la escriben los vencedores” fuera completa, estaría seguida de un “pero las mujeres no están invitadas siquiera al tablero de juego”. La invisibilización de la mujer es una de las manifestaciones del sistema patriarcal que se encarga de borrar cualquier atisbo de referente femenino sobresaliente en el devenir de la humanidad. Parece algo imposible de pasar por alto, pero está tan arraigado, y es un fenómeno tan sutil, articulando el pensamiento desde edades tan tempranas, que es mucho más difícil percatarse de lo que una considera. Un nombre menos por aquí, otro por allá, y cuando te quieres dar cuenta, tanto vencedores como vencidos, gobernantes, guerreros y médicos, son solo hombres. Nosotras no aparecemos por ningún lado, salvo como botines de guerra o acompañantes de los protagonistas. En otras palabras, la ausencia de la mujer en los libros de historia funciona tan bien porque no se cuestiona como un fallo de la historiografía.

¿Pero realmente hemos sigo lechugas sin criterio hasta prácticamente el siglo XXI? Ni mucho menos. A pesar de todos los obstáculos –por lo general absurdas justificaciones del status quo de dominación masculina, fruto del miedo a un colapso del tejido social heteropatriarcal– ha habido mujeres que han defendido su derecho a saber, a alimentar su curiosidad humana, desde los inicios de la civilización.

Obras como Sabias: La cara oculta de la ciencia (Debate, 2017) no solo les hacen justicia, sino que allanan el camino para que las niñas de hoy y de mañana encuentren sin esfuerzo referentes de mujeres inteligentes, activas y aventureras, sin miedo a mostrar sus habilidades en un mundo todavía de hombres. En sus páginas se honra, con una narrativa agradable y adictiva, la memoria de mujeres desde la antigua Mesopotamia a la Segunda República española. Testimonios de lucha, esfuerzo y resistencia que demuestran la enorme pasión que han sentido muchas mujeres por el conocimiento, a pesar de llevar un delantal obligatoriamente puesto.

Con algunas de sus historias, como la de las primeras mujeres que combatieron el sistema al querer acceder a las universidades inglesas, invade una rabia solo entendible cuando cargas sobre tus hombros el peso de una injusticia heredada de generación en generación. Personas que por el género y los atributos socialmente atribuidos a sus genitales, eran consideradas incapaces de estudiar, aprender, compartir y debatir; y por tanto ridiculizadas y estigmatizadas poco menos que como traidoras al género cuando se oponían a su “destino biológico”. Con otras, como la dedicada a Enheduanna, suma sacerdotista de la ciudad sumeria de Ur, y a la belleza de sus versos, te transportas a una donde las mujeres, sobre todo las que ostentaban ciertos cargos, eran respetadas por la comunidad; antes de que las religiones abrahámicas les arrebataran también ese espacio.

Este acto feminista por parte de Adela Muñoz Páez, catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla, constituye un recorrido por la historia que ya conocemos, pero con un foco de luz mucho más amplio. Es una lectura muy recomendable no solo para mujeres, o mujeres feministas, sino para cualquiera que se cuestione qué talentos hemos dejado por el camino, olvidados en las sombras de la historia. Al incluirlas a ellas, nos inspira a todos. Quizá cada vez sea más fácil que ante los siguientes “Y tú, ¿qué quieres ser de mayor?”, más niñas tarden dos segundos en responder: “¿Yo? Científica”.