POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 132

Afganistán y otras misiones de paz

Editorial
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Un alud de noticias cae sobre el lector. En estas páginas se recogen algunas de ellas. Un banquero de gran historia nos entrega un análisis sobre las turbulencias del sector financiero. Emilio Ybarra ha dedicado 40 años al Banco de Bilbao. Su examen es riguroso pero no pesimista. Contiene algunos gestos de justicia. Y termina con un nombre propio. Creemos que este análisis aporta experiencia y serenidad.

El Tratado de Lisboa ha sido aprobado por los electores irlandeses. Desde 2002 a 2009 Europa ha pasado por un calvario. El optimismo, o al menos el no-pesimismo, empieza a volver. Ha habido que soportar a un pequeño país, Irlanda, de poco más de tres millones de habitantes, al que la Unión Europea ha reconocido, como a todos, el derecho de bloquear, paralizar, congelar, el futuro de 500 millones de europeos. Es un mecanismo perfectamente ineficaz con el que Europa no llegará a nada. La UE se encuentra, de añadidura, ante otro absurdo: el presidente de la República Checa, Vaclav Klaus, jefe de un Estado con 10 millones de habitantes, busca procedimientos más o menos espúreos para retrasar la aprobación del tratado. George Washington no hubiera cruzado nunca, con este método, las heladas aguas del río Delaware. Sólo una flexible e integrada UE podrá tener asiento en la mesa de las decisiones.

En los últimos 10 años, Europa ha puesto en marcha 22 misiones de paz, desde el Congo hasta los Balcanes y Afganistán. La Política Europea de Seguridad y Defensa, leemos en un informe del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), ha gestionado esas crisis -no siempre de forma exitosa-, con seis operaciones militares, y distintos cuerpos: diplomáticos, jueces, policías, soldados, marinos. Hay misiones de vigilancia de fronteras, otras de refuerzo de Estados de Derecho amenazados, que incluyen policías, instructores, jueces, registradores…

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