POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 151

El ambicioso regreso del PRI

Carlos Elizondo Mayer-Serra
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México vuelve a estar presidido por un PRI que no ha cambiado sus cuadros ni su ideología. La incapacidad de la izquierda del PRD y de la derecha del PAN de ofrecer una alternativa ha hecho posible un regreso que, sin embargo, se presenta con una inédita ambición reformista.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha regresado a la presidencia de México. Su candidato Enrique Peña Nieto tomó posesión el 1 de diciembre de 2012 en una ceremonia razonablemente tranquila, sin el circense intento de toma de tribuna de hace seis años por parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y sus aliados de izquierda, aunque con marchas y protestas violentas y sin la aceptación del triunfo por parte del candidato de nuevo derrotado, Andrés Manuel López Obrador. Hace 12 años, cuando por primera vez un partido distinto al PRI ganaba la presidencia y las expectativas de cambio auguraban una profunda transformación del país, parecía que el PRI difícilmente regresaría al ejecutivo. Se manejaban varios escenarios. Uno era que desapareciera. El otro, que sufriera una transformación radical como precondición para poder regresar otra vez a la presidencia.

No fue así. El PRI no cambió de ideología. No hizo una revisión de su pasado. Tampoco renovó de fondo a sus cuadros. Si bien Peña Nieto (46 años) representa un cambio generacional dentro del partido, y es parte de un grupo de gobernadores jóvenes que llegaron al poder después de 2000, es poco lo que ha cambiado del PRI. Como muestra, está el gabinete con el que gobernará Peña Nieto, una combinación de viejos funcionarios, exgobernadores, excolaboradores de Peña Nieto en el Estado de México y un pequeño grupo de jóvenes tecnócratas. Muchas de las caras en el poder legislativo y las dirigencias sindicales son las mismas de siempre, la ideología nacionalista…

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