POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 118

El mejor tratado posible

José Enrique de Ayala
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Después de intensas semanas de  negociaciones bilaterales y  multilaterales promovidas por  la presidencia alemana, el Consejo Europeo  alcanzó in extremis en la cumbre  del 21-22 de junio, en Bruselas, un  acuerdo para la elaboración de un nuevo  tratado europeo que sustituya al fenecido  Tratado por el que se establece  una Constitución para Europa (TCE),  firmado por los 25 en Roma en octubre  de 2004. Se pone así fin a la parálisis  institucional que vivía la Unión Europea  desde que el fracaso de la  ratificación del TCE en Francia y Holanda,  en la primavera de 2005, y la reticencia  de otros países a someterlo a  ratificación lo hicieran naufragar.

El texto deberá ser redactado por  una Conferencia Intergubernamental  que se reunirá inmediatamente siguiendo  el mandato aprobado por el  Consejo Europeo, de modo que se eviten  durante este trabajo las discusiones  de fondo. La intención es que el  documento esté listo para ser firmado  por los 27 al final de la presidencia  portuguesa, en diciembre de este año,  posiblemente en Lisboa, de modo que  pueda estar ratificado por todos los  Estados miembros antes de las elecciones  al Parlamento Europeo en la  primavera de 2009, tal como se preveía  en la hoja de ruta que aprobó el Consejo  en junio de 2006.

El nuevo tratado será muy diferente  en la forma al TCE y algo menos ambicioso  en el fondo. En lo que respecta  a la forma, el TCE tenía un carácter  unificador –sustituyendo al Tratado de  la Comunidad Europea y al Tratado de  la Unión Europea firmado en Maastricht  y a sus sucesivas reformas (Amsterdam  y Niza)–, suprimía los tres pilares  de la UE y su diferente tratamiento,  y compilaba las diferentes legislaciones  comunitarias sobre políticas concretas,  ampliando y profundizando algunas  de ellas. Tenía, además, cierta  vocación constituyente, expresada, por  ejemplo, en…

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