POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 139

Entrevista a Arturo Valenzuela, el hombre de Obama para Latinoamérica

Áurea Moltó
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La expectativa de una nueva etapa en las relaciones hemisféricas tras la llegada de Obama era exagerada. Asuntos clave como el comercio, la inmigración y la lucha antinarcóticos siguen considerados como política interna en EE UU. Arturo Valenzuela explica qué ha cambiado.

Algunos aseguran que Estados Unidos ha “perdido” América Latina. Otros creen que el hecho de pasar a un segundo, tercer o incluso cuarto plano en la política exterior estadounidense –muy lejos de la crisis financiera, la guerra en Afganistán o los desafíos que supone la creciente presencia China– es un buen indicador sobre la estabilidad actual de la región. Con gobiernos electos democráticos en todo el continente, excepto Cuba, un crecimiento económico medio del seis por cien en 2010 para el conjunto de países latinoamericanos y caribeños, y unas relaciones políticas y económicas más diversificadas, la región ya no está entre las prioridades de Washington.

Desde la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago, en abril de 2009, Barack Obama no ha vuelto a ningún país del área. ¿Es verdad que a EE UU ya no le interesa lo que durante décadas consideró su área natural de influencia? A la expectativa creada por la administración demócrata con el anuncio en febrero de 2009 de la flexibilización de la política hacia Cuba, se sumó el tono colaborativo del presidente en la Cumbre de las Américas. Muchos esperaban una nueva etapa en las relaciones hemisféricas. Sin embargo, las divergencias tras golpe de Estado en Honduras, en junio de ese año, y el anuncio en septiembre del acuerdo de defensa con Colombia –finalmente frustrado– que permitiría a EE UU el uso de siete bases militares en el país suramericano, mostraron la complejidad de las relaciones interamericanas y las divisiones en el Congreso estadounidense respecto a la política regional. Países como…

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