POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 131

Francia, potencia mundial

Michel Foucher
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La inauguración de la base militar francesa en Abu Dhabi y el regreso al mando integrado de la OTAN son tanto acciones como mensajes de la posición que Sarkozy reivindica para Francia. Si bien la implantación en el Golfo es un riesgo real pero justificado que muestra una adaptación a las nuevas amenazas de inestabilidad y permite no estar ausente de las tentativas de regulación que se impongan, el regreso pleno a la OTAN se presenta como una apuesta arriesgada, porque no desembocará en una defensa europea más activa.

Dos meses antes, durante la cumbre de Estrasburgo-Kehl, en el 60º aniversario de la creación de la Alianza Atlántica, Sarkozy había puesto en práctica su decisión, anunciada el 11 de marzo, de reincorporar completamente a Francia al mando integrado de la OTAN. Se trata de dos reorientaciones estratégicas que merece la pena examinar.

La nueva base conjunta en Abu Dhabi es la primera instalación militar abierta por las fuerzas armadas francesas en territorio extranjero desde hace más de 50 años. Completa el dispositivo de “fuerzas de presencia” que se apoyan en otras cuatro bases en Yibuti, Reunión, Gabón y Senegal. Tiene como función favorecer la cooperación militar bilateral y constituir un punto de apoyo para las fuerzas francesas desplegadas en el golfo Pérsico y en el norte del océano Índico. La base naval y de apoyo forma parte de un dispositivo que incluye el estacionamiento de aviones de combate en la base de Al Dafra, gestionada por el Air Warfare Center, un centro de entrenamiento que reagrupa aviones estadounidenses, británicos y, desde octubre de 2008, franceses (tres Mirage 2000 que podrían ser sustituidos por aviones Rafale si la negociación en curso llega a buen fin).

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