POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 126

La OTAN y su realidad.

Pablo Benavides Orgaz
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De Afganistán a los Balcanes, la Alianza ha asumido su naturaleza político-militar. Reactivar el Consejo OTAN-Rusia y ampliar el diálogo mediterráneo están entre sus objetivos inmediatos.

De quién es la OTAN? ¿Quién o quiénes tienen la propiedad de las operaciones en las que participamos todos? ¿Cómo es la relación entre el nivel político y estratégico, y el nivel militar y operacional? ¿Actuamos o no con una visión a largo plazo? Intentaré una aproximación a estas cuestiones, desde los escenarios en los que está presente la Alianza.

Se reflexiona hoy más en España sobre Afganistán. Y esto es positivo, ya que al principio la discusión parecía limitada al envío o no de un cierto número de efectivos militares. Estoy de acuerdo con Francesc Vendrell (hasta hace poco representante de la Unión Europea en Afganistán) cuando reclama una respuesta mucho más política, a todos los niveles. Actuar en Afganistán exige conocer a fondo su historia y su idiosincrasia, radicalmente diferentes de las de Occidente, pero también ajenas a la de Oriente Próximo, e incluso de la propia Asia. A pesar de los esfuerzos democratizadores del actual gobierno afgano, Afganistán es todavía una sociedad tribal, caracterizada por una violencia estructural y por el subdesarrollo, una situación que hoy día está agravada por la implantación de un terrorismo que persigue objetivos globales.

La respuesta a estos retos no puede ser exclusivamente militar, y menos si la acción militar aliada no se sustenta en una auténtica dirección política, que desde luego no puede, no debe, pertenecer a un solo país, aunque sea el principal contribuyente. Las operaciones de seguridad deben ser planificadas contando mucho más con las Naciones Unidas y, sobre todo, con el propio Afganistán. No se trata solamente de que tales operaciones dispongan del necesario mandato legal internacional, que ya lo tienen; sino…

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