POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 132

Las capacidades civiles de la UE en los Estados fracasados

Daniel Korski y Richard Gowan
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Diez años después de la creación de la PESD, las misiones civiles de la UE en el exterior no consiguen los resultados esperados. La incoherencia de conceptos, la escasez de personal civil y las disputas en Bruselas frustran el éxito de las intervenciones en Estados fracasados.

La Unión Europea se enorgullece de ser capaz de lidiar con Estados frágiles y fracasados -desde Kosovo a Afganistán- mediante lo que considera que es su combinación característica de poder «duro» (coacción por medios militares u otros), y poder «blando» (persuasión a través del comercio, la diplomacia, las ayudas y la propagación de valores). La Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD), lanzada en 1999, ejemplificó el compromiso de la UE con el denominado «planteamiento global», una estrategia centrada en la combinación de herramientas civiles y militares a la hora de afrontar desafíos a la seguridad externa.

Sin embargo, el supuesto poder civil de la Unión es en buena medida ilusorio. Se da una constante en las 22 intervenciones internacionales realizadas en el marco de la PESD: desde Kosovo hasta Irak, pasando por Chad y Georgia, la UE ha tenido problemas para encontrar civiles que participaran en las misiones. E incluso cuando logra mantener una misión importante en el extranjero, los resultados suelen ser malos.

La historia no es la de un fracaso sin paliativos. La UE ha contribuido a mantener la paz en Bosnia; muchos consideran que su misión de vigilancia en Aceh es crucial para la estabilidad de la isla indonesia; y en 2008, tras la guerra entre Rusia y Georgia, la Unión desplegó su misión de vigilancia con una rapidez impresionante. Pero si escuchamos las valoraciones que realiza la UE de sus misiones, cabría pensar que todas han sido un triunfo. Apenas hay críticas a las misiones de la PESD y…

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