POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 179

Bandera de Daesh en el muro de una escuela (Mosul, 27 de julio de 2017). NURPHOTO/GETTY

Oriente Próximo tras la toma de Mosul

Una cosa es que el pseudocalifato de Daesh tenga las horas contadas y otra muy distinta que Irak y Siria tengan ante sí una vía de futuro. Al sectarismo que promueven sus gobernantes, se suma la confrontación cada vez más abierta entre Arabia Saudí e Irán.
Jesús A. Núñez Villaverde
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Los problemas de Oriente Próximo no empezaron el 29 de junio de 2014, cuando Daesh proclamó un pseudocalifato en parte de Siria e Irak. ni terminarán ahora tras la reconquista de Mosul y, previsiblemente, de Raqa. En un vistazo histórico de urgencia, es inmediato entender que en el origen de la falta de desarrollo y seguridad que caracteriza a esos territorios se identifica una política europea de colonización y, sobre todo, de descolonización, que solo tuvo en cuenta sus propios intereses. Nunca podremos saber cuál sería hoy su situación si los dirigentes europeos de entonces no hubieran puesto allí sus ojos y si no idearan una descolonización centrada en garantizar a toda costa unos intereses geopolíticos y geoeconómicos que ya entonces eran determinantes.

En función de esos cálculos, tanto Londres como París, y el resto de los que tuvieron algo que decir entonces, decidieron crear unos países artificiales que obligaron a convivir a quienes nunca tuvieron deseo de hacerlo y separaron a quienes aspiraban a un Estado propio. Igualmente, instrumentalizaron en su favor las disputas por el poder, apoyando a quienes mejor admitieran su lugar subordinado en el “juego” y fueran más capaces de mantener la estabilidad de sus territorios para que nada alterase un statu quo que tanto beneficiaba a las metrópolis occidentales (con Washington ya a la cabeza desde mediados del siglo XX). Si a eso se le añade la insensibilidad frente a las demandas de las poblaciones locales, la palmaria contradicción entre valores e intereses a la hora de relacionarse con esos gobiernos y el enfoque cortoplacista para hacer frente a cada problema, queda explicada buena parte de lo ocurrido en el conjunto del mundo árabo-musulmán desde la perspectiva occidental.

Por su parte, los gobernantes árabo-musulmanes no se han distinguido por atender las necesidades y las expectativas…

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