POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 171

Primarias y plebiscitos: personalismos en campaña

La elección indirecta de los candidatos a las presidenciales ha terminado privando a los partidos de la influencia que tenían. Hoy las primarias están en manos de activistas, ideólogos y lobistas.
Jaime de Ojeda
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El periodo electoral que vive Estados Unidos es el más extraño y confuso de toda la historia de las primarias. La carrera elefantina de Donald Trump en la cacharrería del proceso electoral es su principal causa; pero la respuesta del electorado a su populismo y al radicalismo de Bernie Sanders no es menos importante.

La elección indirecta del presidente, interponiendo al colegio electoral, fue concebida por los autores de la Constitución para impedir el peligro de que las elecciones presidenciales se convirtieran en un plebiscito populista. En el pasado, los próceres de los partidos, en conjunción con alcaldes, gobernadores y congresistas, eran quienes prácticamente elegían a los delegados de los Estados. A principios del siglo XX se intentó democratizar su elección mediante el sistema de las primarias que, además, servían para probar la viabilidad electoral de los candidatos. La ola radical que agitó al país en 1968 indujo a ambos partidos a convertir las primarias en unas auténticas elecciones que equivalen, paradójicamente, al plebiscito que se quería evitar: ha privado a los partidos de la influencia que tenían y entregado las primarias a los activistas, ideólogos y lobistas que ahora priman en el sistema electoral, bien asistidos por la vorágine de los medios de comunicación social.

Ambos partidos mantienen aún elementos moderadores: en las convenciones demócratas, 712 “superdelegados” pueden votar como quieran, sobre 3.255 comprometidos; en las republicanas solo 168 de un total de 2.472 son libres, pero otros métodos más sutiles aseguran que no basta haber conseguido una mayoría de delegados (1.237). La diversidad y complejidad de las reglas de las primarias, diferentes en cada Estado, complican extraordinariamente la elección de delegados, unos comprometidos, otros libres o una composición de los dos. Un candidato puede obtener muchos delegados más que su contrincante ganando en Estados poco numerosos; no obstante,…

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