POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 2

1875-1986: Historia de un proceso de apertura económica al exterior

Juan Velarde Fuertes
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En el momento que se asienta la Restauración, en 1875, es evidente que va a introducir cambios muy profundos en la política exterior española. Directamente vinculada a ella, iba a alterarse nuestra política económica, que se formulará en términos de un modelo permanente, y sobre cuyo cañamazo se tejerán, hasta 1959, sucesivos y diversos dibujos; pero el cañamazo se mantendrá esencialmente igual. Desde 1959, como consecuencia de la presión de un amplio conjunto de profesores de Economía, el entramado de base se altera del todo. Por eso, aunque a veces se intenta institucionalmente que el bordado sea muy parecido al de hace un siglo, algo hay en él que lo diferencia de modo radical de aquél, y que, se quiera o no, lo acerca a todos los diseños trazados a partir de 1959. La apertura al exterior de nuestra economía ha dejado una huella muy honda en todos los sentidos, y de algún modo habría que decir que huella irreversible. Veamos cómo.

Antes de 1875 había existido una búsqueda de modelo de política económica, en medio del desarrollo apasionante de todo lo que, por fin, había hecho aflorar la Ilustración. Por una parte, el sustrato material cambia radicalmente con el impacto de la Revolución Industrial. En el mundo occidental se había producido desde el siglo XVI una creciente acumulación capitalista. Gracias a ella fue posible financiar todo un amplísimo despliegue de nuevos artilugios. Esta formación bruta de capital fijo, en resumidas cuentas, provocó una explosión formidable de productividad al hallar la base energética adecuada. Si sólo se hubiese dispuesto en el mundo occidental de las energías dispersas que se habían tenido hasta el final del siglo XVIII, poco se hubiera podido avanzar a causa de dificultades de organización. El ferrocarril, después de todo, significó que el hombre aprendió a dominar…

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