Imagen de la pág. 346 de "The life and strange surprising adventures of Robinson Crusoe, of York, mariner".

300 años de Robinson Crusoe

Marcos Suárez Sipmann
 |  25 de abril de 2019

Interpretaciones para releer una obra maestra.

Hoy se conmemora el 300 aniversario de la publicación el 25 de abril de 1719 del genial Robinson Crusoe de Daniel Defoe (1660-1731), que fue el segundo libro más leído después de la Biblia. Un primer bestseller de la literatura mundial con 196 ediciones desde 1719 a 1898, 110 traducciones y un sinfín de reimpresiones, imitaciones y adaptaciones.

Con el título original The life and strange surprising adventures of Robinson Crusoe, of York, mariner es considerada la primera novela inglesa y una obra maestra de la novela de aventuras. El éxito fue inmediato debido a su estilo sencillo, directo y concreto. También por la creación de un héroe en el que cualquier persona corriente podía reconocerse. No obstante, las obras de este agudo ensayista y observador de la realidad política y social de su tiempo son mucho más que mero entretenimiento.

Una influencia remota pero clara la encontramos en la obra El filósofo autodidacta del médico e intelectual Ibn Tufail, activo partícipe de la vida cultural de la corte de Granada del siglo XII. El texto cuenta la historia de un niño autodidacta y asilvestrado, criado por una gacela, que vivió solo en una isla desierta en el Océano Índico. Anticipa en cierto modo la novela que nos ocupa.

Defoe supo ver con claridad el empuje de la burguesía y el hundimiento de la nobleza. Su héroe no solo encarna la lucha por la vida y la evocación de la profunda soledad del ser humano, también representa la decisión de la clase social a la que pertenecía el autor: la clase media, que se convierte por aquellos años en el auténtico motor de la economía y la política de Inglaterra.

Robinson Crusoe narra las peripecias de un personaje ficticio, si bien muchos sostienen que probablemente Defoe se inspiró en los hechos reales ocurridos a un marino escocés. La novela estaría basada en la experiencia de este hombre, Alexander Selkirk, rescatado en 1709 tras pasar cuatro años en una isla llamada hoy Robinson Crusoe del archipiélago Juan Fernández (Chile). Defoe la ubicó en el delta del Orinoco, cerca de Trinidad, y puede verse como una especie de tierra prometida a la que el trabajo laborioso de un hombre blanco puede convertir en un vergel.

En cualquier caso el protagonista relata en primera persona parte de su vida. Un hombre que desde su juventud siente la necesidad de vivir experiencias extraordinarias. Tras pelearse con su padre comienza a navegar. En sus viajes sufre adversidades diversas y cae prisionero de piratas, es vendido como esclavo y consigue escapar, llega a Brasil donde prospera, embarca de nuevo y su barco naufraga. Finalmente se queda solo en una isla desierta en la que tiene que ingeniárselas día a día para sobrevivir. Durante más de 28 años.

Se detalla la capacidad de supervivencia del náufrago y cómo, apartado de todo, es capaz de reinventarse a sí mismo. En ese espacio de soledad –contempla la isla como su colonia– salva la vida a un indígena que era perseguido por caníbales. Convierte a su nuevo compañero (al que Robinson bautiza con el nombre de Viernes por haberse conocido ese día) en algo así como su criado. Le enseña su lengua, costumbres y religión.

 

Aventura espiritual

Hay un contenido alegórico que unifica el libro. Una aventura espiritual comparable a la real: en su reclusión en la isla, Robinson acaba triunfando sobre el medio natural. El proceso se plasma en un diálogo permanente con Dios y distintas lecturas de la Biblia. Dios se convierte en el antagonista de Robinson y lo único que lo colma hasta la tardía llegada de Viernes.

En esta historia, Defoe no se limitó a relatar con maestría una serie de aventuras entretenidas y emocionantes. Su obra presenta, asimismo, una visión crítica de la sociedad inglesa de su época.

Robinson desarrolla en la isla una actividad permanente trabajando sin descanso. Calcula costes, gasta de manera prudente, guarda la primera cosecha para poder sembrarla de nuevo. Cumple el sueño burgués de varias viviendas y almacenes repletos. Crusoe fue usado en economía como instrumento para ilustrar la teoría de la producción y la elección del consumidor en ausencia de comercio, dinero y precios. En su contexto debe elegir la combinación óptima de tiempo dedicado a la producción y el dedicado al ocio. Y decidir qué cosas producir en el tiempo que dedica a la producción (usualmente las alternativas consisten en recolectar cocos o elaborar herramientas de caza y pesca).

Desde luego no es un hombre libre defensor de la naturaleza. Ni representa el ideal del salvaje no contaminado por la civilización como lo ve Rousseau. Ni mucho menos defiende una utopía. Logra hacer de la isla un emporio económico solo con su esfuerzo y lo que tiene a mano (más lo que ha salvado de los escasos restos del barco).

Así pues Defoe identifica a Crusoe con el esfuerzo de los enérgicos burgueses, la clase social que se está haciendo con el control del país. Al igual que ellos, el protagonista de la novela es emprendedor y trabajador, y sabe enfrentarse a los problemas con sentido común. Robinson posee sed de aventuras, laboriosidad, avaricia, inteligencia media y aguda observación. Todo lo que representa el ascenso de la burguesía media y la distingue de la decadencia de la nobleza terrateniente.

Más tarde, en el siglo XIX Karl Marx sostendría que las robinsonadas (esas narraciones del hombre solo que crea la civilización haciendo al principio todo de cero), lejos de elogiar el retorno a una vida primitiva, anticipaban la sociedad burguesa.

Robinson es la anticipación y el prototipo del colonialismo. Es la imagen del perfecto colonizador británico: cree en la justicia suprema, posee unas creencias religiosas estables y coherentes, no siente tentaciones sexuales y actúa según una eficiencia máxima. Símbolo de la conquista británica que profetiza el imperio. Se convierte en su isla en carpintero y constructor, agricultor y misionero. Es cierto que muestra en numerosas ocasiones su aprecio y afecto por Viernes, al que se refiere como su sincero amigo. Sin embargo, Viernes no deja de ser el símbolo de las razas sometidas. Compañero inseparable aunque carente de autonomía. Es igualmente un símbolo del puritanismo. Hombre hecho a sí mismo, perseverancia en condiciones extremas, apatía sexual y autocontrol.

Sobre Robinson, el autor James Joyce opinó que “el náufrago se lamenta de su suerte… reflexiona sobre su suerte… y al mismo tiempo es un monarca que dicta leyes y sueña con un esclavo”.

Con su primera novela publicada en 1967, Viernes o los limbos del Pacífico, el escritor francés Michel Tournier retomó con gran éxito el mito creado por Defoe.

En su libro Foe (1986) el Nobel sudafricano J.M. Coetzee reinventó el mito desde la perspectiva de una mujer. Susan, que sobrevive a un apático Robinson, se trasladará a Londres buscando a Daniel Defoe para que escriba su peripecia. Su ambición es adquirir una identidad mediante la escritura, pero la novela ignorará su presencia en la isla, poniendo de manifiesto los pretextos con los que la literatura falsifica lo real.

El filósofo francés Jacques Derrida reflexiona que el drama robinsoniano es el drama humano frente al mundo. Robinson es un hombre y es todos los hombres frente a la ambigüedad de la soledad: abandonado y angustiado frente a una soledad humana absoluta, se reconforta en volverse un amo y señor, rey absoluto de un territorio.

La novela ofrece la metáfora de la desnudez humana ante las fuerzas abrumadoras de la naturaleza. Lo evidencia la denodada lucha ante esas fuerzas para someterlas y así crear un marco habitable y cómodo para el hombre. Al igual que la cultura y la técnica lo han hecho en la historia humana.

 

Crusoe en el cine

Desde los comienzos del cine, se han hecho adaptaciones cinematográficas de la novela. El cineasta francés Georges Meliès dirigió una versión en 1902. Entre otras están la de Luis Buñuel en 1952. Pequeños detalles diferentes a la novela muestra la versión interpretada por Peter O’Toole en 1973 junto con el estadounidense Richard Roundtree. Lo mismo ocurre con la dirigida en 1997 por Rod Hardy con la actuación de Pierce Brosnan como Robinson. En 2000 se rodó el filme Náufrago, de Robert Zemeckis, protagonizado por Tom Hanks. La película relata la historia de un ejecutivo que queda varado en una isla después de un accidente aéreo. Al igual que Crusoe, Hanks llega a una isla desierta donde encuentra un compañero, en este caso una pelota de voleibol a la que llama “Wilson”.

Para finalizar conviene hacernos una idea de lo que significaron vida y obra de Defoe, quien fue además uno de los fundadores del periodismo moderno en Inglaterra. Tras viajar por Europa y volver a Inglaterra sus incursiones en los negocios resultaron ruinosas. Se fue interesando por la política y el periodismo. En 1704 fundó el periódico The Review, donde pronto destacó como un periodista excepcional. En sus libelos y artículos se mostró como un hombre avanzado en su tiempo. Defendió el derecho de la mujeres a recibir la misma educación que los hombres; criticó a sus compatriotas que se creían superiores a los seres humanos de otras razas; y señaló los defectos de la Iglesia. Interesa resaltar aquí que Defoe y su contemporáneo Jonathan Swift fueron los dos principales publicistas de la época.

Al igual que Defoe, Swift fue también escritor (Los viajes de Gulliver, 1726) y periodista político. Es curioso que ni Robinson ni Gulliver estaban pensadas o dedicadas originalmente al público juvenil.

Pese a estas similitudes estaban en las antípodas uno de otro. Como ya he indicado, Defoe, defensor activo de la ética puritano-burguesa, concibió con Robinson el himno de una clase ambiciosa y optimista, consciente de su ascenso. Un personaje que reconstruye en su isla el universo natural y moral de su origen. El dinámico emprendedor del plebeyo Defoe se contrapone al pesaroso y sofisticado Swift.

Defoe pasó a la historia de la literatura universal por las obras que escribió en su vejez; hoy diríamos madurez. No se hizo verdaderamente famoso hasta que a punto de cumplir los 60 publicó su gran libro. En su otra obra maestra, Moll Flanders (1722), sobresale su habilidad para describir las costumbres (de hecho, es considerada la primera novela costumbrista inglesa). La protagonista es una mujer y, como Robinson, muy decidida y aventurera.

Concluyo con mi recomendación de volver a leer Robinson Crusoe. Por el placer enriquecedor de su relectura y como reflexión sobre la condición humana. En definitiva, para tratar de entender un poco mejor el mundo.

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