El líder laborista Jeremy Corbyn presenta documentos relacionados con las conversaciones comerciales entre el Reino Unido y los EEUU en Londres 27 de noviembre de 2019/GETTY

Agenda Exterior: la economía de Corbyn

Política Exterior
 |  11 de diciembre de 2019

¿Es viable el programa económico de Jeremy Corbyn?

En la recta final de las elecciones británicas, la campaña de la oposición laborista parece depender, como ya ocurrió en 2017, de su muy publicitado programa electoral. Una apuesta heterodoxa que plasma gran parte del nuevo pensamiento económico en la izquierda, y que incluye la renacionalización de sectores estratégicos de la economía británica, así como un aumento considerable del gasto público (del 40% al 46% del PIB). Preguntamos a diferentes expertos por la viabilidad de estas medidas.

 

Aidan Regan | Profesor de economía política en University College Dublin y director del Instituto Europeo de Dublín. @Aidan_Regan

El programa del partido laborista es un intento atrevido de promover un enfoque socialdemócrata clásico al desarrollo económico. Es sorprendentemente tecnocrático y extremadamente ambicioso. La mayor parte de la atención mediática se ha centrado en por qué nunca será aplicado. Eso es perder de vista lo importante. El programa está diseñado como una hoja de ruta para el futuro de la socialdemocracia en Reino Unido.

Se construye en torno a dos pilares: la inversión verde pública y la redistribución económica. El primero propone gastar 25.000 millones de libras en inversiones verdes. La clave aquí es el desarrollo de nuevas habilidades laborales que provean empleos verdes para la siguiente generación de trabajadores. El segundo pilar propone gastar 30.000 millones en un fondo de transformación social centrado en mejor la infraestructura de servicios públicos, con especial énfasis en la vivienda. Además de esta inversión pública masiva, el programa propone abolir las tasas de educación terciaria e invertir un 3% de los ingresos nacionales en proyectos de I + D públicos y en educación secundaria en general.

Para financiar este programa, el Partido Laborista propone subir los impuestos a las grandes empresas, los ingresos más elevados y la riqueza. Habrá un IRPF más elevado para quienes ganen más de 80.000 libras al año y otro aún más alto para sueldos por encima de 125.0000. También propone la introducción de una nueva tasa a colegios privados, subir los impuestos de sucesiones y elevar el impuesto de sociedades del 19% al 26%.

El programa aumentaría el gasto público británico del 40% al 46% PIB, lo que pondría a Reino Unido al nivel de las socialdemocracias del noroeste de Europa. El programa también propone renacionalizar los ferrocarriles británicos, además de otros sectores estratégicos, como las telecomunicaciones y el acceso a banda ancha. Estas propuestas han enfurecido a muchos medios de comunicación liberales en Reino Unido.

No parece que el laborismo vaya a ganar as elecciones, pero su programa define claramente la trayectoria del partido en términos de ideas y políticas públicas.

 

Marta Domínguez Jiménez | Economista e investigadora en Bruegel. @MartaDomnguezJ1

El programa económico de Corbyn es el más radical desde los años del thatcherismo, o incluso antes. Aunque los laboristas han identificado muchos problemas reales, sus propuestas son como mínimo arriesgadas, y producirían amplias distorsiones microeconómicas. La única mención a la competencia, por ejemplo, es para proponer involucrar a los trabajadores en decisiones de la autoridad de competencia (CMA), mientras que el rol propuesto para los sindicatos distorsionaría el mercado laboral. Aunque la nacionalización de sectores como el ferroviario merece consideración, los laboristas pretenden extenderla a muchas otras áreas.

El gasto público aumentaría del 40% del PIB al 46%. Dado que el Instituto de Estudios Fiscales cuestiona la recaudación de impuestos prevista, es probable que dicho gasto incrementase el déficit fiscal sustancialmente. Además, en la última década, la tasa de inversión británica sólo ha sido mayor que la griega (entre las economías desarrolladas), mientras que la productividad ha quedado por los suelos (su crecimiento en los últimos 11 años ha sido, de media, el de cada 15 meses en los 40 años anteriores). Los planes de inversión pública laboristas, indudablemente ambiciosos, suponen solo alrededor del 5% de la inversión anual actual, insuficiente y posiblemente menor que la reducción de inversión privada previsible en un entorno fiscal hostil. Muchos economistas prevén que dicho entorno resultaría en una amplia fuga de capital privado, especialmente dañino en una economía con un déficit en la balanza de pagos del 3,5% y que por tanto depende del capital extranjero. El colapso de la libra sería inevitable.

En esta situación, dado que Corbyn ha cuestionado la independencia de los bancos centrales en el pasado, podría incluso evitar ajustes monetarios e introducir controles de capital, con consecuencias desastrosas. Para colmo, el Brexit acentuaría tanto las distorsiones microeconómicas (menor competencia extranjera) como la inestabilidad macroeconómica.

 

Enrique Feás | Técnico Comercial y Economista del Estado e Investigador senior asociado del Real Instituto Elcano. @EnriqueFeas

Nadie puede negar que el programa económico de Jeremy Corbyn es atrevido: casi 100.000 millones de euros de gasto, un tercio para educación y el resto dividido entre sanidad y servicios sociales, compensación de rentas (salarios de funcionarios y pensiones) y financiación regional y local. Financiado, además, en más de la mitad con impuestos a las empresas (con algunos específicos para energéticas y de telecomunicaciones y para las transacciones financieras), en otro tercio con impuestos sobre la renta y la riqueza de los más pudientes y el resto con el tradicional recurso a la lucha contra el fraude y el impulso de la actividad. Ha prometido nacionalizar los sectores ferroviario, de agua y postal, dar internet gratis e impulsar una reindustrialización “verde”.

Su actitud decidida respecto al refuerzo del papel del sector público en la economía contrasta con una manifiesta y lamentable indecisión respecto a cruciales temas políticos, al prometer a regañadientes un segundo referéndum del Brexit en el que encima se abstendrá (como si fuera un tema menor), al defenderse torpemente de las acusaciones de antisemitismo o al apoyar la inmigración mientras asegura que no vendrán extranjeros a competir con menores salarios. Ha conseguido al mismo tiempo dos cosas difíciles: asustar al votante de centro y deprimir a los críticos del Brexit, confirmando que la pregunta que se plantearán los británicos el 12 de diciembre no es la correcta. Antes de elegir a un nuevo primer ministro urgía tener claro el escenario de Brexit, que lo condicionará todo, pero este tendrá que esperar: el 13 de diciembre, incluso con acuerdo de salida, la incertidumbre económica seguirá flotando sobre Reino Unido.

 

Eduardo Gutiérrez | Economista y diputado autonómico por Más Madrid. @eduardoguti_

La evaluación completa de la viabilidad del programa económico del Partido Laboralista supera mis posibilidades, por ser necesario tener un conocimiento pormenorizado de la situación presupuestaria y fiscal, que iría más allá de los agregados macroeconómicos de gasto e ingresos públicos de la economía británica.

El programa supone un giro relevante en el diagnóstico que han venido defendiendo y aplicando no solo el laborismo británico sino otras formaciones progresistas europeas. Destacaría dos aciertos fundamentales del programa: la identificación del cambio climático como problema y oportunidad sociopolítica esencial, y al tiempo la desigualdad en el bienestar, que además de generar sufrimiento social está lastrando el pulso de las económicas occidentales. Era necesario abandonar las políticas de oferta, obsesionadas con las rentabilidades empresariales (todo para los accionistas) y la demonización de la gestión pública en la provisión de servicios, bienes e infraestructuras colectivas. Han sido las mismas políticas que viene aplicando la Unión Europea, priorizando el control del gasto y el equilibrio de las cuentas de los Estados, limitándose a ser un “club monetario”, explicando gran parte de los desafectos con el proyecto europeo.

Las propuestas del programa son nítidamente de matriz socialdemócrata. Sin duda, contarán con el rechazo de las élites socioeconómicas que más se han beneficiado de las políticas de privatización, desfiscalización y contención del gasto. Están claramente alineadas con las recomendaciones de los directores de la OCDE, e incluso del FMI, que reclaman destinar grandes volúmenes de recursos para financiar una reducción de la desigualdad y nuevas oportunidades de empleo verde y bienestar inclusivo de las mayorías.

Más difícil es evaluar la viabilidad de algunas de las propuestas: nacionalización de British Telecom o ferrocarriles, aunque sí me parecen más viables y justificadas la nacionalización de las empresas de suministros esenciales. El reverso financiero y fiscal de esas medidas son propuestas muy moderadas y realizables. Las medidas fiscales del programa son moderadas correcciones de la declinante progresividad del sistema fiscal británico. En resumen, me parece más que bienvenido y esperanzador el cambio de diagnóstico y políticas que recoge el programa del laborismo.

 

Miquel Roig | Subdirector de El Confidencial. Corresponsal en Londres (2005-08) y Bruselas (2012-18) del diario Expansión. @Miguelroig

En el fondo da un poco igual que el programa económico sea o no imposible de ejecutar –que probablemente lo es– porque no está diseñado para eso. El objetivo del ‘manifesto’ no es tanto esbozar un plan de acción política creíble, sino ilusionar a las bases del Partido Laborista. Movilización por la vía de la radicalización. Jeremy Corbyn ha llegado a la conclusión de que esa es la única opción real para impedir una mayoría absoluta del Partido Conservador. Recaudar más en impuestos solo subiéndoselos a los ricos es esa especie de unicornio que todo partido entre el centro y la izquierda extrema ha prometido alguna vez, pero que nadie ha visto realmente. En el caso de Corbyn, son 83.000 millones. A ello se junta un plan de nacionalización para sectores considerados clave para la economía.

Al margen de que el modelo económico apoyado en grandes monopolios públicos ya fue ensayado en su momento, con su consecuente fracaso, este tipo de renacionalizaciones suelen ser más fáciles de decir que de hacer. No solamente por el choque garantizado con los lobbies de turno, el precio a pagar por la expropiación y por los costes de transición de un modelo a otro, sino, en muchos casos, por la lógica del movimiento ¿Tiene sentido que el Estado sea el proveedor de banda ancha de todos los hogares británicos, como promete Corbyn? ¿Es lógico ofrecer gratuitamente acceso a Internet a hogares que se lo pueden permitir? ¿Si internet se considera un bien básico e imprescindible hoy en día –algo con lo que no costaría estar de acuerdo–, no sería más lógico y eficiente centrar las ayudas en aquellos que no pueden pagarlo, en lugar de que el Estado vuelva a meterse a gestionar empresas?

Corbyn ya dijo que su programa era algo “distinto”. Efectivamente lo es. Dentro de poco sabremos si abandonar el centro convierte el ‘manifesto’ laborista de 2019 en lo mismo que acabó siendo el de 1983, que también tiró de radicalidad para enfrentarse a Margaret Thatcher. Ese programa ha pasado a los anales como “la nota de suicidio más larga de la historia”. Pero vaya usted a saber. En los tiempos de Trump, Brexit, Bolsonaro y Salvini, uno ya no puede decir con total seguridad que algo está condenado al fracaso.

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