Angela Merkel durante la presentación de una moneda conmemorativa de 2 euros en Berlín, el 14 de febrero de 2020/ CHRISTOPH SOEDER/ GETTY

Alemania especula con una coalición R2G

Àngel Ferrero
 |  26 de febrero de 2020

Con las elecciones de Hamburgo del 23 de febrero, Alemania se dio un respiro informativo de la crisis política en Turingia. En Erfurt, capital de esta región, continúa la incertidumbre después de que el pasado 5 de febrero la Unión Demócrata Cristiana (CDU) respaldase en tercera votación al candidato del Partido Liberal (FDP), Thomas Kemmerich, apoyado también por el partido de derecha radical, Alternativa para Alemania (AfD). Lo sucedido ha supuesto un escándalo para la opinión pública alemana que ya ha costado el puesto a la presidenta de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, abriendo a su vez una crisis en el partido, que busca a contrarreloj un nuevo liderazgo.

En contraste con Turingia, en la ciudad hanseática las elecciones discurrieron sin sorpresas: a pesar de la caída de más de seis puntos, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) se impuso con un 39% y podrá reeditar la coalición con Los Verdes (24,2%), que registraron un crecimiento de más de 11 puntos. Tanto la CDU (11,2%), como AfD (5,3%) y el FDP (5%) acusaron pérdidas. La Izquierda (poscomunistas) subió ligeramente, unas 6 décimas, alcanzando el 9,1%.

Ciertamente, en lo político y lo cultural Hamburgo siempre se ha desmarcado de Alemania. ¿Pero tuvo Turingia algo que ver con los resultados? Esta es la pregunta que se hacen algunos comentaristas en los medios de comunicación alemanes.

A mediados de febrero el semanario Der Spiegel hablaba de un “efecto Ramelow” –en referencia al candidato de La Izquierda en Turingia– que habría impulsado en las encuestas nacionales a las fuerzas que hasta la fecha formaban gobierno en este Estado federado. En el sondeo de intención de voto de Kantar para el diario Bild del 22 de febrero, la CDU/CSU obtenía un 27%, seguida de Los Verdes (20%), el SPD (15%), AfD (14%), La Izquierda (10%) y el FDP (7%). En el de Forsa para RTL/ntv, los resultados eran similares. Die Welt se hacía eco el martes del sondeo de Insa realizado entre el 21 y el 23 de febrero, cuyos resultados eran más claros: CDU/CSU (26,5%), Los Verdes (22%), SPD (14,5%) AfD (13%), La Izquierda (10,5%) y FDP (7%). Con estos resultados la diferencia entre un tripartito roji-rojiverde (R2G) y una coalición entre conservadores y verdes se reduce a apenas un punto: 48,5% frente a 47%. La Gran Coalición quedaría en tercer puesto con un 41%.

En Turingia los resultados del sondeo de INSA del 14 de febrero son aún más contundentes, con una aplastante victoria de La Izquierda (40%) –el mejor resultado de cualquier partido en todo el país–, seguida de AfD (25%), CDU (14%), SPD (7%) y Los Verdes (6%). El FDP no lograría superar la barrera del 5% marcada por ley y quedaría fuera del parlamento del Land.

 

¿Turingia en todas partes?

Aunque los cambios respecto a encuestas anteriores son mínimos, en un escenario como el actual, caracterizado por el desgaste del tradicional binomio CDU-SPD, un punto o dos pueden no ya marcar una diferencia, sino significar un vuelco político. La posibilidad de formar un tripartito entre socialdemócratas, poscomunistas y verdes vuelve a estar estos días sobre la mesa. La novedad es que en esta ocasión, además de la cúpula de La Izquierda, también la nueva dirección del SPD es favorable a la idea. Su co-presidente, Norbert Walter-Borjans, afirmó a Der Spiegel que “cinco años de gobierno roji-rojiverde con Bodo Ramelow han mostrado el éxito de una coalición así” y minimizó las diferencias entre los tres partidos, enfatizando todo aquello que comparten.

Más dudas hay con Los Verdes. Favorecen desde hace tiempo una coalición con los conservadores, como la que se ha alcanzado en Austria y de la que existen precedentes en más de una docena de ciudades alemanas. Pero la posibilidad de ser la primera fuerza –por lo que la coalición habría de llamarse en propiedad verdi-roji-roja– podría hacerles cambiar de opinión. A ello se sumaría todavía el temor de los ecologistas a que la CDU trate de cerrar el paso a AfD con un giro a la derecha en los próximos meses. “Quizá, después de 15 años en el gobierno, a la CDU le vaya bien una temporada en la oposición, y cerrar así su flanco abierto por la derecha”, aseguró el diputado de Los Verdes Sven Lehmann.

Una coalición R2G a nivel federal sería no menos problemática para el partido que más la impulsa, La Izquierda. Su co-presidente, Bernd Riexinger, envió un guiño a Los Verdes en una entrevista reciente con Redaktionsnetzwerks Deutschland: “Los Verdes –dijo– no están bien asesorados en su apertura hacia la CDU, creo que el debate sobre una mayoría a la izquierda del centro lleva a un nuevo impulso.” Sin embargo, como socio minoritario en esa coalición La Izquierda debería aceptar el grueso de la política exterior y económica de los otros dos partidos, entre la que se incluye la pertenencia a la OTAN, algo considerado como una línea roja por el ala izquierda del partido, exacerbando sus tensiones internas y que podría acabar, incluso, en una escisión. La desconfianza con la que los ecologistas ven a los poscomunistas es la misma que reservan para Los Verdes algunos políticos de La Izquierda, que se decantan por una mayor cooperación con los socialdemócratas. El partido elegirá a su nueva dirección este verano, de la que dependerá una orientación más clara a este respecto.

Actualmente hay coaliciones R2G en Berlín y Bremen. En una entrevista del pasado mes de agosto, uno de los arquitectos de la coalición tripartita en Turingia, Benjamin-Immanuel Hoff, aunque sin llamarse al engaño –“considero más probable una coalición entre verdes y conservadores, o entre conservadores y verdes, que una coalición entre verdes, socialdemócratas e izquierda”–, se mostró optimista ante la posibilidad de poder exportar la experiencia a otros estados federados. El año que viene se celebran elecciones en Baden-Württemberg y Renania-Palatinado (14 de marzo) y Sajonia-Anhalt (6 de junio), a las que seguirán en otoño las de Mecklemburgo-Pomerania oriental y Berlín, culminando en las elecciones federales.

Más de un año para comprobar lo que da de sí el “efecto Ramelow” y si aguanta hasta las elecciones generales –con sus implicaciones para el conjunto de Europa–. O si, por el contrario, la CDU/CSU y Los Verdes reproducen la ‘coalición Tesla’ que el canciller austríaco, Sebastian Kurz, logró forjar en el laboratorio alpino al sur de Alemania. Una opción que algunos conservadores europeos ven ahora como su tabla de salvación.

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