Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior

 |  26 de octubre de 2009

Las farmacéuticas, bajo fuego. La alarma de nivel 6, la más alta posible, decretada en junio, por la Organización Mundial de la Salud (OMS) al declarar la gripe A como una “pandemia global” ha abierto un nuevo frente a la industria farmacéutica. La escasa incidencia de la H1N1, hasta ahora, ha dado pábulo a todo tipo de teorías conspirativas que acusan a los laboratorios de generar una histeria colectiva injustificada y de instigar las decisiones de la oms para vender vacunas innecesarias.
La expansión de los genéricos, las políticas de ahorro en sanidad de las administraciones públicas, los crecientes costes en I+D y la ausencia de nuevos fármacos innovadores han deteriorado los márgenes del sector y reducido su atractivo para los inversores. Desde el verano, los planes de la administración de Estados Unidos para forzar a sus ciudadanos a vacunarse contra la gripe han provocado reacciones adversas entre la opinión pública, mientras que en varios países, muchos médicos cuestionan la eficacia de la vacuna. En una encuesta de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) entre sus miembros, el 55,4% dice no tener intención de vacunarse contra la gripe A, y el 29% no confía en una vacuna “elaborada a contrarreloj y sin garantías”.
Pese a que la OMS predijo que un tercio de la población mundial podría quedar afectada a partir de octubre, los números no han confirmado esas previsiones. A los 3.200 fallecidos contabilizados en el mundo a principios de septiembre, se sumaron hasta octubre unos 1.500 más.
En un vídeo que se ha convertido en fenómeno mediático en Internet, una monja benedictina y médico española, Teresa Forcades, pone en duda incluso que esas cifras respondan a la realidad y advierte de los riesgos para la salud de una vacunación innecesaria citando fuentes solventes como el British Medical Journal. La religiosa es autora del libro Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas, que denuncia cómo los grandes laboratorios han aumentado su poder económico a costa de la salud de la población.
No es la única que sospecha que muchos casos calificados de gripe A son gripe normal. Muchos países, como reconoce la OMS, han abandonado su contabilidad y están considerando abandonar los planes de vacunación masivos. En España, esa campaña podría comenzar en noviembre pero no está claro que el gobierno vaya a utilizar todas las dosis de vacunas encargadas.
El hecho de que el ministerio de Sanidad haya permitido la venta de los antivirales Tamiflu y Relenza –retirados por si hicieran falta en los hospitales– confirma que el gobierno ha disminuido su nivel de alerta. El gran interrogante es qué harán ahora los gobiernos con la enorme cantidad de vacunas contratadas y que han pagado ya en parte. Esa incertidumbre ha afectado ya las valoraciones en bolsa de las farmacéuticas. Se esperaba que la campaña de vacunación fuera la mayor de la historia para un periodo de tiempo tan breve: entre 1.000 y 2.000 millones de personas en todo el mundo.
GlaxoSmithKline, líder del mercado mundial de vacunas (22%), por ejemplo, firmó acuerdos con terceros para la producción de las casi 300 millones de dosis que había vendido en septiembre a 50 gobiernos. Roche, por su parte, multiplicó la producción de Tamiflu hasta los 400 millones de unidades que esperaba vender este año y por los que ingresaría 2.000 millones de francos suizos, tres veces más que en 2008.
En agosto, las principales farmacéuticas habían firmado contratos gigantescos de suministro con diversos países. Alemania encargó 50 millones de dosis a un coste de 500 millones de euros. En Estados Unidos, los 195 millones de dosis encargadas costarán cerca de 2.000 millones de dólares. Se calcula que el actual mercado mundial de vacunas, cifrado en unos 13.000 millones de euros, podría facturar este año hasta 25.000 millones debido a la pandemia de gripe A. Ahora todo ese negocio está en jaque y, con o sin razón, la reputación de la industria y de la OMS ha quedado tocada.

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