Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior

 |  2 de noviembre de 2009
Hacia una diplomacia europea común.

El primer paso en la creación de una representación diplomática europea unificada ha sido el informe presentado por la presidencia sueca a los embajadores de los 27 países de la UE, con los resultados de sus consultas sobre la creación de un alto responsable de Asuntos Exteriores europeo y de un servicio exterior europeo, según las normativas previstas en el tratado de Lisboa. Sin embargo, su puesta en marcha no empezará hasta que termine el proceso de ratificación del tratado.

El tratado de Roma sólo creó un mercado común y encargó a la Comisión consultar a los Estados el desarrollo de las relaciones comerciales de los países miembros. Pero la política exterior propiamente dicha siguió siendo competencia exclusiva de los Estados, poco dispuestos a ceder su control sobre un ámbito de soberanía tan determinante como el de la política exterior.
Para resolver los conflictos entre la Comisión y los Estados miembros, el tratado de Amsterdam decidió en 1997 crear la figura del alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) que, dependiendo del Consejo Europeo, sería el responsable de las relaciones exteriores de la UE.
Los Estados designaron a Javier Solana que ocupa el cargo desde el 18 de octubre de 1999. Para dotarle de una estrecha conexión con los gobiernos comunitarios, le nombraron también secretario del Consejo, en cuya condición asiste a los Consejos Europeos. Solana fue reelegido para un segundo mandato en julio de 2004, a punto de concluir.
La creación de la figura del alto representante provocó conflictos en Bruselas desde el principio, debido a que la Comisión cuenta también con un comisario encargado de Asuntos Exteriores propiamente dicho, que gestiona los aspectos políticos de las relaciones internacionales de la UE. En Bruselas se reconoce que ha sido la hábil gestión de Solana la que ha permitido que ese difícil encaje de funciones haya salido adelante.
Para solucionar esa separación arbitraria entre los aspectos comerciales y políticos de las relaciones exteriores, se decidió que el alto representante se convertiría también en vicepresidente de la Comisión y se haría cargo de las relaciones comerciales. Este nuevo puesto, según el informe de la presidencia sueca, será una figura sui géneris que contará con su propia sección en el presupuesto, al igual que la Comisión, el Consejo o el Parlamento.
La nueva institución tendrá que hacerse cargo también de los asuntos de seguridad y defensa, como las actuales misiones en Bosnia, Kosovo, Georgia o Afganistán, y del Centro de Situación, mecanismo para compartir inteligencia de la UE. Sin embargo, el nuevo “ministro” no será responsable de las políticas comunitarias de comercio, desarrollo o ampliación, que seguirán siendo dominio de la Comisión. Otra de las novedades estriba en la creación de un servicio diplomático europeo (European External Action Service), que en la propuesta sueca debería estar formado por funcionarios de la Comisión, del Consejo y de los países miembros.

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