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Cambio climático y desnutrición: los retos del sector agrícola

Gemma Durán Romero y Ángeles Sánchez Díez
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Ante las perspectivas de incremento poblacional y, por tanto, de una mayor demanda de alimentos, se plantea un doble reto: evitar que la temperatura mundial se incremente en más de dos grados y reducir las emisiones; y erradicar el hambre y garantizar la seguridad alimentaria.

 

La pobreza, el hambre y el cambio climático son las grandes preocupaciones del presente y del futuro y tienen fuertes interacciones entre ellas. Los efectos del cambio climático son mayores en lugares con elevados niveles de pobreza y desnutrición y en los colectivos más vulnerables, esencialmente mujeres y menores, que disponen de menos oportunidades para protegerse de los efectos perversos del cambio climático. El problema ambiental no solo tiene efectos sobre asuntos de índole económica y ética, sino también sobre la propia estabilidad del sistema, en tanto que se constituye como una amenaza global según el Foro Económico Mundial, 2017.

El hambre no es solo un problema de falta de alimentos a nivel mundial, sino el reflejo de un mal reparto geográfico de ellos y el resultado de multitud de problemas estructurales del sistema alimentario mundial. Algunos de estos problemas están fuertemente influidos por el cambio climático. La producción de alimentos per cápita en el mundo ha seguido una tendencia creciente desde la década de los sesenta, particularmente en Asia, región donde más rápidamente se ha reducido la desnutrición. Sin embargo, en África, la producción per cápita –que se había reducido en las décadas de los sesenta y setenta– se ha recuperado en los últimos 25 años, sin que haya tenido un reflejo en la lucha contra el hambre, sino más bien lo contrario (gráfico 1). Esto pone de manifiesto que el problema de la subnutrición no deriva de la falta de alimentos, sino de un mal reparto.

Existen 792 millones de personas subalimentadas…

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