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China: del ‘right to copy’ al ‘copyright’

Jaume Giné
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La política económica china ha respondido a una festrategia firme: convertirse en las tres últimas décadas en la segunda economía y el primer exportador del mundo. Entre otras cosas lo ha logrado aprovechando sus costes laborales y usurpando los derechos de propiedad intelectual.

China organizó en 2008 unos extraordinarios Juegos Olímpicos en Pekín y se reafirmó como nueva potencia económica mundial. Dos años después, en la Expo Shanghai 2010, los chinos vuelven a seducir con una gigantesca operación de marketing y de soft power que espera atraer a unos 70 millones de visitantes. Se presentan al mundo como un actor internacional responsable que afronta nuevos retos ahora como potencia tecnológica mundial. El pabellón de China es una inmensa pagoda roja que realza, entre invocaciones a Confucio, las grandes realizaciones económicas y sociales del régimen. Nada que objetar a los logros chinos salvo que, como todo rápido proceso de desarrollo económico, el chino también sufre algunas contradicciones, como las que afectan a una insuficiente protección de los Derechos de la Propiedad Industrial e Intelectual (DPI). Sólo unos días antes de que la Expo abriera sus puertas, saltó la polémica sobre un posible plagio en el diseño del pabellón chino e incluso de la mascota, Haibao, y del propio himno de la Expo.

China también celebró el 26 de abril el Día Mundial de la Protección de la Propiedad Intelectual con el lema La creación enlazará el mundo. El gobierno chino destacó los indudables avances legales, administrativos y judiciales realizados para proteger los DPI a partir de la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), en 2001

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