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El doble filo del dinero: origen del mercado financiero

José Carlos Díez y Guido Zack
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La aparición del dinero aumentó el bienestar de la sociedad, redujo el esfuerzo necesario para el intercambio y permitió una mayor especialización, lo que incrementó la eficiencia. Pero también trajo consigo la falta de coordinación entre los agentes de la economía y las crisis financieras.

En la antigüedad el hombre era totalmente autosuficiente, cultivaba su propio alimento, cosía su ropa y construía su refugio. Su relación con la sociedad se limitaba casi exclusivamente a su familia. En este contexto, en el que el intercambio era prácticamente inexistente, poca utilidad hubiera tenido el dinero. Con el tiempo se descubrió que cada uno poseía una mayor capacidad que el promedio para realizar ciertos trabajos, mientras que era superado por la mayoría en la realización de otros. Así, si cada uno se dedicaba únicamente a producir los bienes para los que era más productivo, intercambiando luego el excedente por aquellos cuya producción más se le dificultaba, la sociedad en su conjunto mejoraría.

Este intercambio no presentaba serias dificultades para sociedades pequeñas, pero a medida que crecía la cantidad de integrantes, el trueque se hacía cada vez más complejo. En efecto, en sociedades relativamente grandes se tenía que destinar mucho tiempo y energía para encontrar a un individuo que tuviera el bien que se deseaba y que a la vez deseara el bien que se poseía. Además, de esta manera, todos los bienes y servicios tenían una gran cantidad de precios, uno por cada bien por el cual podía ser intercambiado. Para tener una idea aproximada, en una economía con 500 bienes, el número total de precios sería de 124.750. La cantidad necesaria de información para poder comerciar de modo eficiente en este tipo de mercado es enorme, por lo que nunca se sabía si el intercambio era realmente justo…

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