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El Golfo y su creciente intervencionismo en Oriente Próximo

Haizam Amirah Fernández y Mercedes Fernández Gómez
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Oriente Próximo es hoy una región enmarañada y en rápida transformación. Los focos de inestabilidad se multiplican y crece la complejidad de los conflictos. Los países del Golfo pueden ejercer una gran influencia tanto para favorecer el progreso y la prosperidad como para todo lo contrario.

El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) reúne a los seis países de la península Arábiga que dan al golfo Pérsico: Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Omán y Catar. Juntos poseen más de un tercio de las reservas probadas de petróleo del mundo y cerca de un cuarto de las de gas natural. A pesar de compartir muchos intereses, las rivalidades interregionales han impedido alcanzar los objetivos de integración regional del CCG: un mercado común, una moneda única y cooperación en materia de seguridad y defensa. Sin embargo, durante los 33 años transcurridos desde su creación, los países del Golfo –diferentes entre sí en cuanto a tamaño, población, ideología y riqueza– han sabido aprovechar sus recursos naturales para ponerse a la cabeza del mundo árabe en renta per cápita, acceso a la sanidad y la educación, inversiones y comercio.

La dependencia de la economía global de los hidrocarburos y la atracción que suscitan los mercados del Golfo, hacen que esta región posea una gran importancia estratégica. El CCG en su conjunto muestra al exterior una imagen de prosperidad y estabilidad, puesto que sus países miembros han sido inmunes a la crisis económica y financiera global. También han sabido mantener el statu quo de sus regímenes autoritarios en un periodo muy convulso para los sistemas políticos árabes. No obstante, bajo esta apariencia de continuidad y normalidad, los Estados más influyentes del CCG –Arabia Saudí, EAU y Catar– están librando una lucha encarnizada por el liderazgo de la región y por mantener su autonomía. Esto les…

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