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Grandes finanzas del crimen organizado

Armando Fernández Steinko
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Los actores que intervienen en la distribución de la droga están sumamente fragmentados. La estabilidad del negocio de la distribución se basa en la «desorganización». El crimen organizado no tiene ni la capacidad ni la voluntad de desestabilizar el sistema financiero internacional.

El concepto de crimen organizado es problemático. Intenta aproximarse a una realidad más compleja de lo que parece. La razón es que un grupo de delincuentes que actúan conjuntamente puede concebirse de dos formas. O bien como una organización estructurada de forma similar a un ejército, o bien como una simple suma de individuos que se dividen el trabajo de forma análoga a como una familia se reparte las tareas domésticas. Las condiciones legales que se tienen que dar para que un grupo de delincuentes sea considerado un grupo de criminales organizados, la división del trabajo, la perdurabilidad y la existencia de algún tipo de jerarquía, son aplicables tanto a la familia que lava los platos todos los días de forma cooperativa, como a los grupos de delincuentes. Grupos como las células yihadistas no perduran en el tiempo sino que se crean y se disuelven, no funcionan siempre siguiendo una división del trabajo y no tienen un funcionamiento realmente jerárquico. ¿Han dejado de ser grupos de criminales organizados? El carácter ambiguo de una realidad tomada por objetiva permite utilizarla como arma política y como relleno mediático. Su dimensión económica forma parte de esta ambigüedad y de ese relleno.

En los años noventa, bajo el impacto del asesinato de los jueces italianos antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, los países de la Unión Europea adoptaron las tesis norteamericanas sobre la naturaleza del crimen organizado y su presunta capacidad de desestabilizar el orden económico y financiero internacional por medio de sus extraordinarias finanzas. Desde entonces y en pleno derrumbe del…

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