>   NÚMERO 77

La crisis que nadie se esperaba

Fernando Barciela
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La crisis de las materias primas no solo dejó a América Latina sin parte de sus fuertes ingresos por exportaciones, sino que redujo drásticamente los ingresos fiscales de muchos gobiernos, imprescindibles ahora que el gasto social ha alcanzado niveles muy respetables.

Si en 2009 alguien hubiera vaticinado que América Latina iba a sufrir de nuevo una dura crisis, le habrían contestado que ese tipo de situaciones pertenecían al pasado y que debido a los cambios realizados en sus políticas económicas, la región se había puesto a salvo de volver a las andadas, es decir, a los episodios lamentables de los años ochenta y noventa.

Algo de razón hubieran tenido, porque estaban viviendo, de hecho, la época de mayor crecimiento de su historia reciente. Entre 2003 y 2010 la progresión económica de la región fue de tal orden –con ritmos del cinco o seis por cien– que se convirtió en motivo de alabanzas de todos los organismos y medios financieros mundiales.

Pero lo más importante no fue eso. Lo decisivo fue que, por primera vez, los gobiernos de la mayor parte del continente fueron capaces de aprovechar el boom, cumplir sus promesas y poner en marcha políticas efectivas para acabar con la pobreza y unas ratios de desigualdad escandalosas. Por ejemplo, entre 2005 y 2012, el gasto público en políticas sociales aumentó a tasas que doblaron las del propio PIB, lo que llevó el peso de este gasto del 14 al 19 por cien.

Gracias a estos esfuerzos el porcentaje de personas que vive en situación de pobreza dosminuyó en la región del 34 al 21 por cien, un resultado espectacular. Esto, lógicamente, en paralelo, con el advenimiento de una auténtica clase media, que aunque minoritaria en los años noventa (apenas el 17 por cien), se extendió de tal modo que…

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