>   NÚMERO 71

‘Perestroika’ también es una palabra árabe

Javier Martín
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Más allá de las amenazas económicas, las primaveras árabes dejaron a la intemperie otras debilidades estructurales que han puesto al régimen saudí a la defensiva. La caída de Mubarak fue la primera de una serie de pesadillas de las que la familia Ibn Saud culpa en gran medida a Obama.

Consciente de que cabalgaba a lomos de un dinosaurio exhausto, Mijail Gorbachov emprendió en 1985 una titánica “reestructuración” del antiguo sistema comunista que condujo a la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), al fin de la guerra fría, a la caída del telón de acero y al comienzo de una nueva partida de ajedrez, política y económica, en el complejo tablero de las relaciones diplomáticas. Lo que se conoce como perestroika significó un intrincado y dramático proceso de transformación que colisionó con la férrea resistencia de los más retrógrados –en particular del sector militar– y hubo de superar la ansiedad de los progresistas –el sector económico–financiero–, y que al final –aún distorsionado e incompleto– supuso un ciclópeo cambio en Moscú, pero también en la geoestrategia internacional.

Tres décadas después, numerosos autores han recuperado este término para tratar de comprender el proceso de cambio en el que se encuentra sumido el mundo árabe en general, y las sociedades musulmanas en particular; un proceloso e imparable tránsito que avanza raudo en países como Túnez, boquea fracasado en otros como Egipto y Siria, es una entelequia a día de hoy en Estados fallidos como Irak y Libia y se prolonga como una ineludible sombra en el golfo Pérsico, y en especial en Arabia Saudí, reino que atesora una de las claves de su éxito o fracaso futuro. Salvando las preclaras distancias, la analogía entre la coyuntura actual del régimen wahabí y la mutación que produjo el sismo soviético no es forzada. Se…

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