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Repercusiones en Asia de la energía no convencional

Jane Nakano
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Asia se ha convertido en el epicentro de la creciente demanda energética mundial. La revolución del esquisto en EE UU tiene ventajas económicas para la región, pero genera también inquietudes geopolíticas. China, que intenta replicar el éxito estadounidense, busca reducir su dependencia.

El aumento de la producción de gas y petróleo de esquisto está transformando radicalmente el panorama energético de Estados Unidos. El gas de esquisto, que hace menos de una década suponía un porcentaje mínimo de la producción nacional de gas natural de EE UU, hoy día representa un tercio del total de la misma, porcentaje que puede aumentar hasta alrededor de la mitad de la producción total de gas del país para 2040. La revolución de los hidrocarburos no convencionales se ha extendido más allá del gas natural. Las actividades productivas en los campos de líquidos de esquisto adquieren impulso y dan un giro a décadas de declive de los niveles de producción de petróleo en EE UU. Entre 2009 y 2012, la producción de petróleo de esquisto se ha multiplicado por más de tres. Los elevados precios mundiales del petróleo hacen que la explotación de ese tipo de hidrocarburo sea rentable a pesar de los altos costes asociados a sus métodos de producción, y la previsión es que seguirá creciendo.

Esta transformación se ha desencadenado gracia a la confluencia de diferentes factores. La aplicación avanzada de tecnologías que incluyen la fractura hidráulica y la perforación horizontal ha posibilitado una enorme expansión de los campos de gas y petróleo no convencionales en EE UU. Además, la acumulación de experiencia en la producción de hidrocarburos de esquisto, el acceso a recursos localizados en terrenos privados y la posibilidad de disponer de infraestructuras como las redes de gasoductos, han abierto de par en par las puertas a las posibilidades comerciales…

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