INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1011

ISPE 1.011. 21 noviembre 2016

 | 

La interrupción “indefinida” de los envíos de petróleo de Arabia Saudí a Egipto, aparentemente por el apoyo de El Cairo a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Siria a la que Riad se oponía con firmeza, ha provocado una crisis en las relaciones bilaterales en el peor momento posible para la frágil economía egipcia. En abril, Saudi Aramco, la mayor petrolera del mundo, había acordado enviar 700.000 toneladas de combustible al mes durante cinco años en condiciones de financiación muy generosas.

Según el ministro de Petróleo egipcio, Hamdi Abdel-Aziz, Riad paralizó los embarques sin dar “razón alguna”. Las simpatías del general Abdelfatah al Sisi, que preside la junta militar egipcia, hacia el régimen sirio de Bachar el Asad –al que le une su frontal rechazo al islam político–, han podido más que la dependencia egipcia del petróleo saudí. Llovía sobre mojado. A los saudíes tampoco les había gustado nada el rechazo de Al Sisi a su demanda de una mayor implicación militar egipcia en el conflicto yemení. Así, Riad estaría repitiendo lo que ya hizo en Líbano hace unos meses, al comprobar que su dinero no basta para forzar a sus aliados a seguir sus dictados.

El deterioro económico ha sido constante desde las revueltas de 2011, sin que el golpe militar contra el gobierno de los Hermanos Musulmanes (HHMM) haya logrado enderezar el rumbo por la fatal confluencia del aumento de la inseguridad, que ha desplomado el turismo, la caída de las reservas de divisas y un déficit presupuestario del 12% del PIB. La inflación ronda el 14%.

Para obtener un crédito repartido en tres años de 12.000 millones de dólares del FMI, el más alto otorgado por la institución multilateral a un país árabe, el gobierno ha tenido que aplicar…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO