INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1168

Fotografía aérea del Lago Chad. (16/07/2016) / SIA KAMBOU / GETTY

#ISPE 1168: Agonía del Lago Chad

Desde hace décadas, el número de bajas en las guerras se reduce porque los conflictos bélicos entre grandes potencias son cada vez menos frecuentes. A medida que la pobreza disminuye, en muchos países en desarrollo la obesidad reemplaza a la desnutrición como principal problema de salud entre los más pobres.
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Sin embargo, el cambio climático en el Sahel y el cuerno de África está alterando tanto el modo de vida de sus poblaciones que muchos analistas temen que la fatal combinación de desastres naturales, sequías, hambrunas, disputas por los recursos naturales y oleadas de refugiados climáticos hagan brotar de nuevo las guerras internacionales.

En los años anteriores a la guerra civil, Siria sufrió una sequía, la más grave de su historia, que forzó a cientos de miles de familias campesinas a emigrar a Damasco y Alepo, lo que creó tensiones que terminaron estallando en 2011.

En Malí, antes de la intervención militar francesa de 2013, en reacción a la ocupación yihadista del norte del país, los conflictos entre agricultores y pastores ya habían provocado una limpieza étnica. Algunos analistas consideran que el genocidio de Darfur, que causó unas 300.000 muertes, fue la primera guerra climática de la era del Antropoceno.

Según investigaciones recientes, en el último siglo, el cuerno de África se ha calentado y desertificado más que en los 2.000 años anteriores. Solo en los últimos 20 años la región ha sufrido cuatro devastadoras sequías y varias plagas de langostas como la que ahora, debido en parte a la…

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