INFORME SEMANAL - #ISPE 806. 27 agosto 2012
#ISPE: Sistema financiero, la banca agudiza su descrédito
El escándalo de la manipulación por Barclays del Libor (la principal referencia para fijar los tipos de interés de 360.000 millones de productos financieros en todo el mundo); el lavado de dinero del narcotráfico mexicano por HSBC y las astronómicas perdidas de JP Morgan Chase en operaciones especulativas en el mercado de derivados, todo ello cuatro años después de que Wall Street descarrilara la economía mundial, han aumentado las demandas de una mayor regulación de la banca.
Hasta el propio Sandy Weill, expresidente de Citibank, principal arquitecto de las macrofusiones bancarias y promotor de la abolición de ley Glass- Steagall, derogada en 1999 tras más de 60 años de vigencia, ha pedido su restitución para evitar que el dinero de los contribuyentes vuelva a ser utilizado para rescatar bancos “demasiado grandes para caer”. En 1998, la fusión entre Citicorp y Travelers Group para crear Citigroup derribó el muro que separaba la banca comercial de la de inversiones, creando las condiciones que terminaron provocando la caída de Lehman Brothers y la crisis de 2008. En el New York Times, Eduardo Porter comparaba el cambo de opinión de Weill con la conversión de Pablo de Tarso en el camino de Damasco.
La resolución de la crisis de 2008 ha conducido a una mayor concentración bancaria en EE UU. Hoy 1os cinco mayores bancos poseen el 52% de los activos financieros del país, por lo que gozan de una subsidio federal implícito. Solo un 21% de los encuestados dice confiar en la banca, la mitad que en 2007. El temor de los bancos a que la reelección de Barack Obama provoque normas regulatorias más estrictas es tal, que la mayoría de las entidades han redoblado sus donaciones a la campaña de los candidatos republicanos.
En Reino Unido, la comisión Vickers ha recomendado erigir una “muralla china” que separe las ramas comerciales de los “casinos” (es decir, la banca de inversión) de los grandes bancos británicos. Jamie Dimon, CEO de JPMorgan Chase, ha admitido que las operaciones de su filial en Londres que provocaron 5.000 millones de dólares en pérdidas fueron “mal ejecutadas y peor supervisadas”. La consultora KBW estima que los 16 bancos que están siendo investigados en EE UU por la manipulación del Libor tendrán que pagar hasta 50.000 millones de dólares en multas e indemnizaciones. Pero muchos analistas son escépticoscante la posibilidad de que la bestiacpueda ser ya domada. A pesar de la aprobación de la ley Dodd-Frank, la Reserva Federal y la Securities and Exchange Commission fueron incapaces de detectar las temerarias operaciones de JPMorgan y detener la manipulación del Libor y el lavado de dinero del crimen organizado por HSBC. La FED, en el mejor de los casos, solo tiene 50 supervisores para vigilar un mega banco con 100.000 empleados que maneja billones de dólares anuales.
El dilema de las autoridades reguladoras británicas es similar porque para poder competir con Wall Street, el sistema financiero de la City se liberalizó al extremo, lo que ha permitido a Londres convertirse en el mayor centro financiero mundial –emplea actualmente a unas 380.000 personas–, pero al precio de multiplicar la posibilidad de escándalos. El Royal Bank of Scotland, por ejemplo, ha recibido el mayor rescate de la historia de la banca mundial, por lo que hoy está en un 82% en manos del Estado británico.
Según la ONU, el crimen organizado mueve unos 870.000 millones de dólares al año, en su mayoría a través de circuitos financieros opacos para reciclarse y blanquear sus turbios orígenes. Según Antonio María Costa, exdirector de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC), no hay un solo banco en el mundo que no haya sido penetrado de algún modo por el dinero de las mafias. El Banco de Pagos Internacionales estima que los bancos globales tienen depositados unos 31 billones de dólares de propietarios extranjeros, cuatro de de ellos en paraísos fiscales off-shore.
Otras fuentes elevan esa cifra a los 32 billones. Dado que los activos financieros mundiales son de alrededor de 200 billones, la consultora McKinsey estima que un 10% de la riqueza mundial es “invisible” para los Estados.
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