INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 864

#ISPE 864. 4 noviembre 2013

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La reciente cumbre del Asia-Pacific Cooperation Forum (APEC) en Bali,  mostró a sus líderes lo mucho que ha cambiado Indonesia desde que fue el epicentro de la crisis financiera asiática de 1997-98. En 1998 la economía del país se contrajo un 18% tras haber crecido a una media anual del 6,5% en los 30 años anteriores. La rupia se depreció un 80%, lo que generó quiebras bancarias en serie que arrastraron al régimen de Suharto.

Antes de su caída, Indonesia se convirtió en sinónimo de disturbios callejeros, atentados terroristas y violencia interétnica. Pero ya en 2000 la economía comenzó a remontar y en 2003 estaba en plena recuperación. En 2012 el PIB era un 72% mayor que en 1997. Según el Boston Consulting Group, la mitad de su población, de 250 millones de personas, un 87% de ellos musulmanes, pertenecerá a la clase media en 2020.

Con sus 17.500 islas, Indonesia es hoy un objetivo privilegiado de la inversión internacional, especialmente de Japón, Australia, Corea del Sur, Singapur, EE UU y China por su abundancia de recursos naturales (carbón, aceite de palma, caucho…) y sus bajos costes laborales, por debajo de los chinos. Los sucesores de Suharto han emprendido una ambiciosa descentralización del Estado, repartiendo el poder entre los 470 distritos del país.

Pero muchos de los problemas del antiguo régimen siguen latentes y algunos de ellos –sobre todos los medioambientales, debido a la masiva depredación de los bosques tropicales de Sumatra y Borneo por la explotación maderera– se han agravado. Casi la mitad de la población esta empleada en el sector informal o vive con menos de dos dólares diarios.

La campaña para las próximas elecciones –legislativas en abril y presidenciales en julio de 2014– va a centrarse en gran medida en cómo acabar con la endémica corrupción y…

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