INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 995

ISPE 995. 18 julio 2016

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Cinco años después de su independencia, Sudán del Sur, el último Estado en incorporarse a la comunidad internacional, sigue hundido en el caos y al borde de la desintegración por la fatal conjunción del tribalismo y la crisis económica, derivada de la caída de los precios del petróleo. Gracias a la riqueza petrolera, en 2011 el PIB per cápita del país era de 1.900 dólares, el doble de la media del resto de países de África oriental.

Los dos principales fundadores del Estado –el actual presidente, Salva Kiir, y su exvicepresidente Riek Machar– que combatieron lado a lado contra el régimen de Jartum para lograr la secesión de Sudán, una lucha que provocó dos millones de muertes a lo largo de 30 años, terminaron enfrentándose en diciembre de 2013 y ahora han vuelto a hacerlo tras la breve tregua firmada en el verano de 2015 en Adís Abeba (Etiopía).

Los sangrientos choques de la última semana en Yuba, la capital sursudanesa, han puesto en evidencia el creciente vacío de poder, que ha provocado decenas de miles de muertes, dos millones de desplazados y un millón de refugiados en cuatro países vecinos. Según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, 4,5 millones de personas corren grave riesgo de hambruna.

Más de la tercera parte de los 12 millones de sursudaneses ya dependen de las ayudas humanitarias internacionales. Pese a que la comunidad internacional contribuyó con miles de millones de dólares para ayudar a la estabilidad del país, las rivalidades interétnicas entre la comunidad dinka de Kiir y la nuer de Machar por el control de territorios y recursos naturales hicieron estallar la alianza original de los líderes de la independencia.

Machar, que fue depuesto de la vicepresidencia por Kiir en 2013, recuperó el cargo en abril pasado, lo…

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