Autor: Anne Applebaum
Editorial: Penguin Random House
Fecha: 2019
Páginas: 590
Lugar: Barcelona

Un pasado trágico como baza para un futuro mejor

Ángela Bethencourt
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Hambruna roja: La guerra de Stalin contra Ucrania es el último libro de la periodista Anne Applebaum. La columnista del diario estadounidense The Washington Post posee un gran bagaje de documentación y conocimiento sobre Europa del Este, que le fue reconocido con un Premio Pulitzer por su libro Gulag: historia de los campos de concentración soviéticos. Con este último libro, la autora demuestra de nuevo su gran capacidad para dibujar al detalle los hechos históricos: en este caso, la cruenta realidad de la hambruna que asoló a Ucrania entre 1932 y 1933. Pero quizá lo más valioso de la obra es que no se limita solo a describir la hambruna ucraniana, sino que llega a conclusiones que conectan el pasado con el presente, algo que resulta útil para afrontar con sabiduría el futuro.

Applebaum asegura que Occidente y Ucrania ya aceptan sin medias tintas que la represión en masa de la élite ucraniana y la hambruna del conjunto de la sociedad ucraniana formaron parte de un plan estratégico y deliberado ideado por Stalin para minar la identidad ucraniana. El dictador temía que el nacionalismo ucraniano pusiese en peligro la estabilidad y continuidad del proyecto soviético. Sin embargo, los marcados rasgos distintivos de la nación ucraniana han permitido su supervivencia a pesar de los siglos de dominio colonial: el territorio ucraniano no estuvo únicamente controlado por los rusos desde el siglo XVIII al XIX, también anduvo bajo dominio polaco hasta el siglo XVII y bajo el dominio del Imperio austrohúngaro en el siglo XVIII.

Ahora bien, 80 años después, el debate sobre cómo clasificar este “genocidio, crimen contra la humanidad o, simplemente, acto de terror de masas” todavía está abierto. Las interpretaciones públicas ucranianas y rusas sobre la hambruna están politizadas; si los ucranianos prorrusos quitan hierro a la cuestión y rechazan llamarlo Holodomor (término concreto para designar al genocidio ucraniano), los nacionalistas tratan de hacer justicia a este trágico episodio, al que clasifican como genocidio.

Una valiosa aportación de Hambruna roja es el símil que hace entre la propaganda empleada por el régimen de entonces y las campañas de desinformación que el Estado ruso promueve en la actualidad. La dictadura soviética utilizó la violencia extrema para subyugar a la mayoría ucraniana y un lenguaje ideológico de incitación al odio contra los kulaks (los enemigos) para justificar el comportamiento de los que posibilitaron la hambruna. En la actualidad, Applebaum advierte que las prácticas del gobierno postsoviético no difieren tanto de las del pasado: “El Kremlin utiliza el lenguaje para enfrentar a la gente, para crear ciudadanos de primera y de segunda, para dividir y desviar la atención”.

Además del excelente ejercicio de documentación que hace la autora con este libro, Hambruna roja hace es una reflexión sobre cómo esta tragedia pasada explica las patologías políticas actuales de Ucrania: la pasividad política, la tolerancia de la corrupción y el recelo ante las instituciones estatales, también respecto a las democráticas. El hecho de que la élite ucraniana que podría haber liderado el país e influido en las siguientes generaciones fuera aniquilada puede dar respuesta a la apatía y cinismo de unos ciudadanos con lealtades variadas y confusas. Applebaum aclara en este sentido: “Es poco probable que aquellos que no se preocupan o no saben mucho sobre su nación trabajen para convertirla en un lugar mejor”.

A pesar de que la hambruna roja sea una trágica historia que asoló al país durante la década de los treinta en Ucrania y trajo consigo la muerte de millones de personas, y a pesar de que haya tenido consecuencias negativas para la debilitada democracia actual, lo cierto es que la nación ucraniana sigue hablando su idioma, sigue apareciendo en el mapa y sigue tratando de poner orden en el pasado para cicatrizar sus heridas y poder mirar con fuerza al futuro. La obra de Applebaum se podría definir como una lectura difícil que deja un sabor de boca final esperanzador.