Autor: David Alandete Ballester
Editorial: Editorial Planeta
Fecha: 2019
Páginas: 290
Lugar: Barcelona

‘Fake news’: una nueva arma de destrucción masiva

Ángela Bethencourt Linares
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La información veraz y de calidad empodera al ciudadano. Esto es algo que los dirigentes políticos conocen especialmente bien. Por ello, la proliferación de fakes news o noticias falsas es un fenómeno del que la élite política echa mano cuando persigue intereses estratégicos poco lícitos que el ciudadano seguramente no aprobaría.

El recientemente publicado libro Fake News: la nueva arma de destrucción masiva es el resultado de la vasta experiencia del periodista David Alandete Ballester condensada en unas 300 páginas. El que fue corresponsal en Estados Unidos y Oriente Próximo y director adjunto de El País, y que ahora trabaja para la sección de Internacional de ABC desde Washington, comparte su conocimiento que, en calidad de periodista, ha adquirido en lo tocante a la desinformación. En cuanto a su definición, Alandete describe las fake news como “noticias con datos erróneos, exagerados o manipulados, que pervierten el oficio del periodismo con una finalidad política” e insiste en la necesidad de llamar a las cosas por su nombre y no emplear el término desinformación: “No demos a Trump o a partidos xenófobos europeos el monopolio de llamar a las cosas por su nombre”, argumenta.

El autor transmite recurrentemente su desencanto ante el auge del periodismo de las noticias falsas, que contradice la razón de ser del oficio: mantener a la sociedad bien informada. Considera, además, que este tipo de contenido agilizan la brecha de desconfianza entre la audiencia y los medios de comunicación. “Los medios tradicionales han perdido el control (…) ahora compiten con medios serios o no, públicos o privados, que podrían publicar con éxito de audiencia cualquier noticia, real o inventada”. Alcanzar grandes audiencias y abundantes ventas, y servir de arma destructiva para desestabilizar la democracia son los objetivos principales que se marca este fenómeno cuando “prescinde de los medios de comunicación tradicionales y los sustituye por una mezcla de periodismo y activismo”.

Alandete lamenta que el periodismo se haya convertido en el centro de las críticas de los políticos y gobernantes populistas, quienes aprovechan la confusión inherente a la información manipulada por las noticias falsas para huir sutilmente de los problemas. Además, la hiperconexión a Internet y el uso generalizado de las redes sociales -espacio virtual que facilita el anonimato-, aumentan los casos de acoso y el desprestigio a los demás. En particular, debido al alcance de su profesión, los periodistas están muy expuestos a ser difamados por cualquiera; el propio Alandete relata la campaña sin cuartel de desprestigio a la que fue sometido por Assange y su equipo de Wikileaks cuando lo tacharon de propagandista y franquista por condenar la injerencia rusa en el proceso de independencia catalán.

El entramado de desinformación que orbita alrededor de Moscú es uno, si no es el que más, de los temas principales de este libro, algo que los enemigos de la información veraz justifican alegando que “representan una realidad alternativa con voces diferentes”. Pero la injerencia rusa en los asuntos del mundo para crear inestabilidad es ya un hecho verificado que el autor va despedazando a lo largo de los capítulos del libro, nombrados ingeniosamente con los titulares de conocidas fake news.

Las informaciones falsas producidas en el seno del Kremlin o de organizaciones como Wikileaks para entorpecer el proceso de independencia catalán es el caso en el que Alandete pone el acento. El lector podrá conocer de primera mano cómo el diario El País se esforzó para distanciar a la opinión pública de ideas erróneas emitidas por Assange y Wikileaks, que desestabilizaron aún más la crisis catalana. Una de las más conocidas y propagadas es la idea del “intento de la oprimida nación catalana por convertirse en un a república independiente ante la represión de un Estado español autoritario que todavía no había dejado atrás su pasado franquista”.

Sin embargo, el libro también dedica no pocos capítulos al conjunto de noticias falsas estratégicamente producidas alrededor de sucesos como el ascenso del populismo italiano, la salida de Reino Unido de la Unión Europea y la enrevesada campaña electoral norteamericana de 2016. Es bien sabido que, en octubre de 2016, la inteligencia estadounidense emitió un comunicado en el que acusaba al gobierno ruso del robo de información de personas e instituciones estadounidenses, una táctica rusa para influir en la opinión pública a favor de Trump en la que también estaba involucrada Wikileaks. Por otra parte, Sputnik y RT toman bastante protagonismo en este ejemplar, algo que se han ganado a pulso por convertirse en el brazo periodístico del Kremlin, sobre el que se apoya para difundir sus campañas de desprestigio y desestabilización democrática en todo el mundo.

La reflexión final que Alandete nos invita a hacer es, cuando menos, muy humana. Y es que, a fin de cuentas, el fenómeno de las noticias falsas traspasa la frontera de los complejos bots o programas informáticos que las propagan sistemáticamente por la red. Se trata de algo más sencillo: «la tendencia humana a compartir titulares sensacionalistas para crear caos y confusión».

En definitiva, este libro es un imprescindible para profundizar en un fenómeno que está dando la vuelta al mundo y lo está transformando. Sin duda, el escenario de flujos de informaciones falsas que en este libro se muestra es útil para familiarizarse con las fake news, algo que parece haber llegado para quedarse.