Autor: Bob Woodward
Editorial: Roca Editorial
Fecha: 2018
Páginas: 454
Lugar: Madrid

Miedo en la Casa Blanca

La obra, publicada a finales de septiembre de 2018 en Estados Unidos y pocas semanas después en España, ofrece un relato minucioso de la carrera electoral y el primer año del magnate como presidente de EEUU.
José Luis Marín
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“Es una lástima, porque era el Ernest Hemingway de los 140 caracteres”. Así se autodefinió Donald Trump cuando la red social Twitter, a finales de 2017, introdujo cambios para ampliar la cantidad texto que la plataforma aceptaba en su servicio de mensajería. Es, también, una más de las cientos de citas sobre el egocentrismo cotidiano y tosco de Trump, recogidas por el afamado periodista Bob Woodward en el libro Miedo. Trump en la Casa Blanca. La obra, publicada a finales de septiembre de 2018 en Estados Unidos y pocas semanas después en España, ofrece un relato minucioso de la carrera electoral y el primer año del magnate como presidente de EEUU. Una narración desde primera fila asombrosamente cercana, plagada de conversaciones personales y citas directas, muchas de ellas aplastantes.

Porque el libro es, ante todo, eso: un trabajo de fuentes asombroso, difícilmente imaginable para un periodista de media tabla. Para compensar y aterrizar la obra, hay que señalar que tampoco se trata de una gran descubrimiento si del que se habla es del periodista de Illinois. De sobra es conocida la capacidad y trayectoria de Woodward con las altas instancias de Washington, las cuales le han dado acceso durante décadas a una ingente material sobre los entornos gubernamentales del país. Algo por lo que ha recibido numerosos elogios, pero también exasperadas críticas que le sitúan como vocero del poder o reacio a proyectar un estilo más critico que le aleje de los altos perfiles políticos.

Ya en las primeras cien páginas, donde Woodward narra la carrera presidencial, no se tarda en presentar a Trump como un tipo con poca o ninguna idea de casi nada. Algo casi imposible de vender como una novedad pero que el periodista equilibra retratando con detalle a un hooligan del trash talking, vago y desganado en muchas de sus ocupaciones. Un hombre irascible y colérico, a la vez que obsesivo y falto de personalidad. En definitiva, un personaje eminentemente contradictorio. Algo que podría funcionar como eufemismo de una de las definiciones más usadas los por asesores y trabajadores de la Casa Blanca y la Administración para referirse a Trump en el libro: mentiroso profesional.

Tampoco será fácil que Woodward se encuentre de nuevo con un personaje de estas características al frente del gobierno. ¿Qué se puede esperar de alguien que le habla a la televisión y es adicto a una red social? Trump es el villano perfecto, un suerte de anecdotario andante que va dejando cadáveres por el camino. Y ahí el periodista puede encontrar también alguna piedra en su zapato: el resto del reparto, independientemente de su apellido y sin importar demasiado su trayectoria, parece elevarse ante el magnate, incluidas piezas del nivel de Steve Bannon. En sus descripciones, todos poseen al menos cierta seriedad y capacidad de raciocinio, mientras que el sentido de Estado es un rasgo bastante común incluso entre los que abogan por grandes escaladas militares o expulsiones indiscriminadas de migrantes. Trump es un adicto al caos capaz de hacer bueno a casi cualquiera.

El libro, a su vez, constituye la enésima constatación de la aplastante predominancia del ámbito de la Seguridad Nacional en la vida política estadounidense. Y por extensión, de los asuntos relacionados con la relaciones internacionales, la política exterior, el militarismo o el comercio global. Un galaxia que lo envuelve todo. Algo que, por otro lado, Trump no parece terminar de entender, ya casi por inercia: “¿Qué coño hacemos en Afganistán? Sácalos”. O, al menos, no termina de descifrar en una ecuación de variables dependientes: “Tengo la impresión de que podríamos ser muy ricos si no fuéramos tan estúpidos. Nos están tomando por tontos, sobre todo la OTAN”.

Una interdependencia que, dicho sea de paso, el propio establishment burocrático también se encarga de exagerar o magnificar: durante las referencias a las discusiones sobre los aranceles del acero, son numerosos los argumentos que exponen los consejeros relativos a los peligros –nunca especificados– que supone el aumento de las importaciones para la seguridad nacional. En el plano nacional, apenas un asunto consume un puñado de los 42 capítulos de la obra: la reforma fiscal, prácticamente el único gran logro político del primer año de mandato. Mientras, las investigaciones sobre la injerencia rusa en la campaña presidencial representan la cúspide del narcisismo obsesivo de Trump, totalmente fuera de control.

Y es ahí donde aparece otro de los ejes que vertebra el libro: el choque entre un aparato estatal burocrático sofisticado y muchas veces oscuro –con sus propias luchas de poder, generalmente poco desarrolladas– y un presidente caótico, irascible y dado a la improvisación. Woodward vuelve a inclinar ligeramente la balanza: el equipo del presidente, muchos de ellos auténticos profesionales de la política –exceptuando a su familia o el equipo de campaña más cercano–, pelean día tras día para otorgar cierta operatividad a la administración. Las discusiones reiteradas, sobresaltadas y caprichosas son descritas como un Día de la Marmota sin fin, y terminan por fulminar a muchos de sus colaboradores.

Con Trump, la Casa Blanca es poco más que un lugar de juguetes rotos, donde basta con retirar documentos de encima de su escritorio para que el presidente se olvide rápidamente de cualquier obsesión… para retomarla días después con alguna idea aún más descabellada: “Me gustan los números grandes y redondos [para los impuestos], como el 10%, el 15%, el 25%… Números solidos, fáciles de vender”.

El magnate, por supuesto, se negó a participar en la elaboración de libro. Y para continuar con su vórtice, dándole la razón a Woodward probablemente sin saberlo, tuvo a bien cargar contra el periodista cuando la obra se publicó mediante una de sus fórmulas –extensamente documentada en el libro– de gobernanza favoritas: Twitter. No es la primera vez que ocurre. Cuando Michael Wolff se disponía a publicar su trabajo sobre el presidente, Trump ya encendió su furia e incluso amenazó con prohibir el volumen.