Autor: Ferran Izquierdo Brichs, John Etherington y Laura Feliu
Editorial: Palgrave Macmillan
Fecha: 2017
Páginas: 280
Lugar: Londres

Political Islam in a Time of Revolt

Javier Mojal García
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El islamismo es el proyecto político que, desde los años ochenta, se ha mostrado más organizado y popularizado como para amenazar la continuidad del statu quo político en el mundo árabe, representado por unos regímenes cuyas ideologías fundacionales (en su mayoría) se basaban en el socialismo, secularismo y nacionalismo árabe. Si bien desde el enfoque occidental el islamismo demostraría su auge con la revolución islámica en Irán (1979) y la victoria del Frente Islámico de Salvación argelino (1991), para luego presentarse en forma de terrorismo yihadista de la mano de Al Qaeda durante la primera década del presente milenio, hasta las revueltas de la Primavera Árabe y la consiguiente victoria de los partidos islamistas en Túnez (2011) y Egipto (2012), el islam político no volvería a la palestra. A su vez, la expansión del yihadismo y la emergencia de nuevos grupos (el ranking liderado por Daesh) que reclaman esta ideología totalitaria, han dado un nuevo impulso al debate sobre el islamismo y, a su vez, a la necesidad de un análisis académico riguroso.

El libro Political Islam in a Time of Revolt, editado por los profesores e investigadores Ferran Izquierdo, John Etherington y Laura Feliu, lleva a cabo precisamente este ejercicio. Para ello, la sociología del poder es el marco teórico escogido, sumamente útil para entender la realidad sociopolítica de la región. Mientras que en Poder y Regímenes en el Mundo Árabe Contemporáneo (2009, editado por Izquierdo) se explicaba la evolución y naturaleza autoritaria de los regímenes árabes, en este libro, como es lógico y conveniente, se apunta a un actor político emergido tan importante como es el islamismo.

Dicha perspectiva concibe el poder como el factor central de una sociedad jerarquizada. Los actores de una sociedad se definen en relación con el poder que poseen y ejercen, y su objetivo definitivo es la acumulación relativa de éste. En este contexto, se da una lucha incesante entre los actores de la cúspide de la pirámide social –élites primarias y secundarias− por el control o la expansión de distintos recursos de poder –el Estado, las capacidades militares, el capital, la coerción, la ideología, la información, etc.−, por lo que se generan relaciones circulares de competición por el poder, así como alianzas interesadas. La población (la base de la sociedad) puede permanecer como un recurso de poder en manos de las élites –a través del uso de la ideología− o movilizarse contra ellas, consciente de sus propios intereses y, por tanto, convertirse en actor, por lo que se establecen relaciones lineales de competición por el poder.

Con la sociología del poder en mente, los autores analizan los principales actores islamistas en una amplia variedad de casos –desde Mauritania a Egipto en el Norte de África, sumando a Palestina, Líbano y el único país no árabe, Turquía−, teniendo en cuenta varias variables –la base social de apoyo de los grupos islamistas y de sus líderes, su naturaleza organizativa y de acción en relación con el entorno en el que operan, y sus recursos de poder− para explicar las relaciones de poder establecidas hacia los respectivos regímenes, reflejado también en la evolución del discurso adoptado. Además de recordar la evolución histórica de los islamistas, ponen énfasis en las dinámicas de poder resultantes del proceso de cambio político que la Primavera Árabe ha representado en algunos de los países estudiados.

Mientras que cada caso refleja una realidad distinta explicada por las diferencias entre las variables observadas, los estudios permiten alcanzar algunas conclusiones que sorprenderán al lector no familiarizado con el fenómeno islamista. En primer lugar, su heterogeneidad y, en segundo, la moderación y el pragmatismo que lo caracterizan. En su mayoría, los grupos islamistas más populares han abandonado a lo largo del tiempo sus preceptos más fundamentalistas –la instauración de un califato y la unificación de la umma− y han aceptado el juego democrático liberal, como resultado del aprendizaje ante la represión de los regímenes y de la penetración de nuevas clases medias en sus bases sociales. Esto les ha llevado en algunos casos a ser cooptados por sus regímenes –que controlan el recurso más valioso en la competición por el poder en el mundo árabe, el Estado− a cambio de la cesión del control sobre la ideología o un control limitado sobre el Estado, adquiriendo un rol prudente y secundario en las protestas de 2011. No obstante, su control sobre todo de la ideología –visible en la reislamización de la sociedad árabe− pero también de otros recursos imprescindibles –organizaciones caritativas, redes de patronazgo, sindicatos, asociaciones estudiantiles, acceso al capital y medios de información− y con todos ellos de partes sustanciales de la población, explica su triunfo en el escenario político posterior a las revueltas. A partir de ese momento, según la nueva estructura de poder, y sus aciertos en la interpretación de ésta –población, ejército, otros partidos políticos, apoyo exterior, etc.–, su devenir ha sido más o menos exitoso, o ha derivado en fracaso. De todos modos, el contexto sociopolítico de la región es sumamente cambiante, por lo que será indispensable actualizar este trabajo en un futuro próximo y, si se puede, ampliarlo a otros países donde el islamismo haya desempeñado un papel importante en la contestación del poder.