POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 176

La primera ministra británica, Theresa May, con el presidente de EEUU, Donald Trump, en la Casa Blanca (Washington DC, 27 de enero de 2017). JAY ALLEN /CROWN COPYRIGHT.

Ante el fantasma de una Europa post-atlantista

La nueva administración en Estados Unidos es la última oportunidad para la unidad de los europeos. La alternativa es la defunción de Europa tal como fue concebida en el Tratado de Roma hace 60 años.
Judy Dempsey
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Todos los líderes de la Unión Europea se enfrentan a una elección: o permiten que Estados Unidos y Rusia dividan el bloque –incluyendo su desestabilización– o asumen la necesidad de completar el proyecto que comenzaron 60 años atrás en Roma. Ese proyecto, apoyado por EEUU, consistía en poner fin a siglos de guerra, conflicto y desconfianza en el continente europeo. El proyecto no solo sobrevivió, sino que la UE floreció. Se convirtió en una increíble historia de éxito y capacidad de atracción para aquellos países que cayeron bajo el yugo del comunismo. Europa era un proyecto de libertad, prosperidad, seguridad y paz. Esos cuatro objetivos estaban anclados en la integración.

El fantasma al que hacen frente los europeos hoy es que, por primera vez desde 1945, el líder de EEUU ya no ve el valor de Europa. El presidente Donald Trump quiere desestabilizar la UE animando a sus miembros a seguir el ejemplo británico al abandonar el bloque.

“El cambio en Washington pone a la UE en una situación difícil: la nueva administración cuestiona la validez de los últimos 70 años de la política exterior estadounidense”, escribió el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en una carta dirigida a los líderes de la UE el 31 de enero antes de la cumbre de Malta. Merece la pena leer la carta, ya que Tusk señala abiertamente los mitos y engaños de varios dirigentes de la Unión y algunos líderes populistas cuando afirman que sus países estarían mejor si la UE se desintegrara. Ello “no conduciría a la restauración de una mítica soberanía plena de sus Estados miembros, sino a su dependencia real y fáctica de las grandes superpotencias: EEUU, Rusia y China”, afirma Tusk.

¿Es eso lo que en realidad quieren el presidente de Hungría, Víktor Orban, quien recibió a Vladimir…

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