POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 18

Carta a los lectores: Europa y la crisis del Golfo

Darío Valcárcel
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La crisis del golfo Pérsico ha entrado en un largo compás de espera. Los últimos cuatro meses han producido una cadena de contradicciones, desmentidos, gestos para la galería y negociaciones opacas. Cuando cerramos este número, la apariencia de una guerra inminente parece mitigada por una cierta expectativa de acuerdo pacífico. Pero tampoco aquí podemos engañarnos: el desierto arábigo es rico en espejismos. Los hechos más visibles de la crisis son la liberación de los rehenes y la resolución del Consejo de Seguridad de 29 de noviembre autorizando el uso de la fuerza a los aliados de Kuwait. Pero hay otros datos significativos: el presidente de Irak ha destituido a su ministro de Defensa, sustituyéndolo por un general de su total confianza personal. Hay cambios que no se hacen en momentos críticos, salvo por necesidad imperiosa. A pesar de la extremada represión, algo se mueve en el monolítico régimen de Bagdad.

Los soviéticos coinciden en su interpretación con el Gobierno alemán, el británico y el francés: Sadam Husein se ha visto forzado a liberar a la totalidad de los rehenes cuando sus informes le han revelado que el secuestro masivo de extranjeros actuaba más corno un detonante de la guerra que como argumento disuasor. Sadam Husein aseguró primero que sus “invitados” no abandonarían el país mientras no saliera de la península arábiga el último soldado occidental. Afirmó luego que los rehenes podrían salir de Irak antes del próximo 15 de marzo. Por fin, el 1 de diciembre ha tenido que autorizar la salida inmediata de todos. Los informes franceses coinciden también en este punto con los soviéticos: Sadam Husein se lanzó a la invasión del Emirato empujado por sus dificultades interiores.

Después del ultimátum del Consejo de Seguridad, Francia y el Reino Unido refuerzan su presencia en la zona. Londres envía…

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