POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 124

Carta de América: Obama, en campaña abierta

Jaime Ojeda
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Con un airoso discurso Hillary  Clinton puso término a su candidatura el 7 de junio al conceder a Barack Obama la victoria en las  elecciones primarias. Su primera, obcecada,  reacción cuatro días antes, había  dado la impresión de que iba a llevar   la contienda a la misma  convención del partido a fines de agosto.  

No sólo habría perjudicado severamente  las posibilidades electorales del partido sino que habría dañado irremisiblemente   su propia personalidad política.  En cambio, ahora que ha terminado su campaña, su figura, antes tan   deleznada por su ambiciosa combatividad, se erige como un icono del feminismo,  iluminado por la fuerza y la habilidad, no exenta de gracia, con la que se ha comportado. Lidera además una   buena parte del voto hispano y laboral  blanco que Obama antagoniza por su   talante intelectual y por su raza, y que podría inclinarse a la postre por el   candidato republicano, John McCain.

Los Clinton nunca ceden nada   gratuitamente. Han sugerido la vicepresidencia;   y la fuerza electoral que   un equipo Obama-Clinton daría a la   candidatura demócrata hace pensar  que sería lo lógico. No es nada probable, sin embargo: aportaría el grueso del voto femenino pero no está claro que el voto obrero blanco continuase apoyándola tanto; y es impredecible la   animosidad que despierta el papel que va a jugar su marido, el “presidente”  Clinton. Sería dificil para Obama compartir la presidencia con un equipo tan formidable como Hillary y Bill que, además, desluce completamente la   imágen de “cambio” que tanto anima  su propia candidatura y que tanto parece   desear el electorado. Lo que necesita realmente es un vicepresidente de   demostrada experiencia, seso y edad que compense el sambenito de su ingenua   juventud; tanto mejor si atrae al   voto laboral e hispano; y además tenga   una reconocida autoridad en asuntos de seguridad y defensa, la…

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