POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 148

Economía verde al servicio de las personas

Michael Renner
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No habrá prosperidad sostenible sin una transformación del sistema económico. La crisis debe acelerar –no retrasar– el paso a una economía verde con alto contenido tecnológico y creadora de nuevas fuentes de empleo en energía, transporte, edificación y reciclado.

En las dos décadas posteriores a la Cumbre de la Tierra de 1992, las presiones sobre los recursos naturales y los ecosistemas del planeta han aumentado a medida que crecía la producción material de la economía. No sorprende que la mayor parte del consumo humano se concentre en las ciudades. Las zonas urbanas representan la mitad de la población mundial, y un 75 por cien del consumo energético y de las emisiones de carbono.

Las tensiones ecológicas son evidentes: pérdida de especies, escasez de agua, acumulación de carbono y sustitución de nitrógeno, muerte de los arrecifes coralinos, agotamiento de las pesquerías, deforestación y desaparición de humedales. La capacidad del planeta para absorber residuos y contaminantes está a prueba. Alrededor del 52 por cien de las pesquerías comerciales están totalmente explotadas, un 20 sobreexplotadas y un ocho agotadas. El agua está empezando a escasear y se prevé que dentro de 20 años su suministro satisfaga solamente el 60 por cien de la demanda mundial. Aunque los rendimientos agrícolas han aumentado, ello ha sido a costa de una disminución de la calidad de los suelos, la degradación de las tierras y la deforestación.

Las repercusiones afectarán a todo el mundo, especialmente a los más pobres. Ha sido la actuación de una minoría lo que nos ha conducido al borde del precipicio. Según datos del Banco Mundial, el nivel de consumo de las clases medias y altas se ha multiplicado por más de dos entre 1960 y 2004, comparado con un incremento del 60 por cien para la población que ocupa los últimos puestos…

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