POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 137

El mundo emergente

Editorial
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Ningún asunto mundial es ajeno a China. Es algo reconocido hace tiempo. Ya sea el cambio climático, el comercio o la no proliferación; se trate de Irán, Corea del Norte, África o América Latina. Para cualquier negociación, hay que tratar con Pekín. Ni los americanos ni los europeos han encontrado aún la manera de relacionarse con China de forma plenamente cooperativa. Los métodos chinos privilegian el bilateralismo y se guían por un hiperrealismo que desafía el orden internacional basado en normas que tanto ha beneficiado a Occidente… y a la propia China hasta el presente.

Como advierte François Godement, experto del Consejo Europeo de Rela­ciones Exteriores, “China está convirtiéndose así en una enorme prueba para la política exterior de la Unión Europea, fundamentada en el principio de las normas y los valores”.

Una China con un poder económico en aumento día a día y más asertiva en política exterior, militarmente y en su visión sobre los derechos humanos empieza a despertar mayores críticas en Europa, Estados Unidos y, lo que es más notable, entre sus vecinos asiáticos. Para algunos analistas, la idea de un G-2 entre Washington y Pekín no solo no es un escenario real, sino que hay síntomas de creciente desacuerdo.

Guillermo Marín analiza en este número de POLÍ­TICA EXTERIOR las causas de esa creciente hostilidad entre EE UU y China y sus posibles consecuencias: una guerra comercial y en el ámbito de las tecnologías de la información. Para evitar este enfrentamiento, americanos y europeos deberían continuar con su estrategia de diálogo constructivo con Pekín, a la espera de que se produzcan cambios democráticos o avances en el Estado de Derecho en China, como mejor garantía contra el enfrentamiento.

Sin embargo, como señala Xulio Ríos, los experimentos democráticos en el medio rural parecen de momento encaminados a legitimar…

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