POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 127

El mundo de Barack Obama

Fernando Delage
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Por primera vez en más de 200 años, afrontamos la perspectiva de un sistema internacional que no estará dominado por Europa o por EE UU. Este nuevo orden no surgirá por sí solo. Obama tiene la oportunidad única de dirigir la construcción de una gobernabilidad global.

Cuando el próximo 20 de enero tome posesión como presidente de Estados Unidos, Barack Obama se encontrará frente a un mundo muy diferente del que recibió su antecesor en 2001. Aunque George W. Bush contribuyó a ese cambio al acentuar el impulso unilateralista de su país, sus dos mandatos sirvieron para confirmar la extraordinaria transformación producida en las relaciones internacionales desde el fin de la guerra fría. Obama tendrá que dedicar buena parte de su tiempo a los problemas que ha heredado –las guerras de Irak y Afganistán, y la más grave crisis económica desde la Gran Depresión–, pero su victoria no significa que la política exterior de EE UU pueda volver a lo que fue antes de Bush.

La prioridad de la lucha contra el terrorismo y el excepcionalismo característico de la diplomacia norteamericana no van a desaparecer. Obama será no obstante el primer presidente que tendrá que aceptar la realidad del fin del unipolarismo. El ascenso de nuevas potencias y la aparición en la escena internacional de actores distintos de los Estados se ha traducido en la emergencia de nuevos centros de poder y en una reducción de la capacidad de los gobiernos, incluido el de EE UU. Por esa razón, a la administración Obama no le bastará con acertar en la estrategia adecuada con respecto a Irak, Afganistán/Pakistán, Irán o Rusia. Más allá de la necesaria reformulación de las prioridades estratégicas en cada uno de estos casos, son las propias bases del papel internacional de EE UU las que tienen que…

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