POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 133

Envejecimiento y deuda pública: la tormenta perfecta

Clara Crespo
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La crisis está acelerando el ascenso de los emergentes y su entrada en las instituciones de gobernanza económica. El envejecimiento de la población y el aumento de la deuda en los países ricos profundizarán estos cambios e invertirán los flujos financieros internacionales.

La decisión de los gobiernos de no cometer los errores de 1929 e intentar suavizar la crisis implicarán cambios fundamentales: desde la vuelta del «keynesianismo» en el pensamiento económico hasta la entrada de los países emergentes en la coordinación económica internacional. Entre estos cambios, hay un oscuro aspecto técnico que puede tener un enorme impacto en las relaciones económicas internacionales: el endeudamiento público. Como consecuencia del estímulo fiscal, la deuda pública se ha disparado en 2009 y continuará subiendo en 2010, sobre todo en los países ricos.

Este salto en la deuda pública sucede en mal momento. De aquí a 2015, la población de los países ricos comenzará a envejecer y el gasto público en pensiones y sanidad crecerá vertiginosamente. Si no se suben los impuestos o se recortan las pensiones, será necesario emitir un elevado volumen de deuda pública.

Por dar una cifra ilustrativa, la Comisión Europea estima que, si se mantiene la política presupuestaria actual sin realizar una consolidación decidida, y si no se ponen en marcha reformas en las pensiones, la deuda pública media europea alcanzará el 155 por cien del PIB en 2030, frente al 70 por cien actual. En EE UU, las estimaciones de la Oficina de Contabilidad del Gobierno son similares: bajo el mismo supuesto de que no hay cambios en la política presupuestaria ni de pensiones, la deuda pública alcanzaría un 150 por cien del PIB en 2030.

La magnitud de estos datos -ya elevados de forma individual- cambia si se tiene en cuenta que serán todos los países ricos quienes…

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