POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 194

Molinos de viento y placas solares cerca de Tarragona (España). 04/09/2020. ALBERT LLOP/NURPHOTO/GETTY

España y el reto de la transición energética

La descarbonización alinea para España los tres objetivos de la política energética: seguridad de suministro, lucha contra el cambio climático y mayor competitividad, crecimiento y empleo.
luis atienza serna
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La forma de producir y consumir energía está abocada a una profunda transformación en las próximas décadas para dejar atrás un sistema energético basado sobre todo en combustibles fósiles –petróleo, gas natural y carbón– y pasar a otro plenamente descarbonizado mediante el aprovechamiento masivo de energías renovables. Esta transición energética, impulsada por el cambio tecnológico y por la lucha contra el cambio climático, supone para España un gran reto, pero también una excelente oportunidad.

Hemos sido siempre un país poco dotado en recursos fósiles, sin petróleo y sin gas natural, y con un carbón caro de extracción y de fuerte impacto ambiental. La dependencia energética del exterior, que hoy todavía se sitúa en el 74% del consumo, ha lastrado siempre la balanza de pagos española y debilitado la seguridad de suministro, solo aliviadas en parte por la producción nacional de carbón, la variable producción hidroeléctrica, la energía nuclear y, ya en este siglo, la contribución creciente de las energías eólica y solar. Sin embargo, la posición relativa de España es mucho más favorable que la de sus competidores europeos en recursos renovables, en particular solar pero también eólico terrestre. La energía solar fotovoltaica y la energía eólica, por su amplia disponibilidad y el abaratamiento de su coste, están llamadas a protagonizar la transformación de la oferta energética mundial de las próximas décadas. La descarbonización no solo mejorará la seguridad de suministro al reducir la dependencia de combustibles fósiles importados, sino que puede ser una palanca de competitividad, aliviar la factura de la importación de combustibles fósiles, que en los 10 últimos años ha representado entre un 2% y un 4% del PIB anual, mejorar el potencial de crecimiento y empleo, y además contribuir al equilibrio territorial, dada la distribución del recurso primario renovable.

Si añadimos que España es más vulnerable…

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