POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 14

Hacia una nueva Europa y un nuevo atlantismo

James A. Baker
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En 1945, las imágenes de Berlín bombardeado nos hicieron conscientes del terrible coste de la guerra. En 1945, la Unión Soviética abandonó la Comisión de Control de las cuatro potencias y sometió a Berlín a un bloqueo: la declaración de guerra fría. En 1953, los berlineses organizaron la primera revuelta popular contra la tiranía soviética en Europa del Este. En 1961, el muro de Berlín cerró la última escapatoria desde el campo de prisioneros en que se había convertido Europa del Este. En 1971, el acuerdo cuatripartito sobre Berlín simbolizó el terrible dilema de la distensión: la cooperación entre Este y Oeste asumía la pervivencia de la división del Continente.

Fue en 1989 cuando tuvo lugar en Berlín el acontecimiento más importante de toda la posguerra, y por supuesto e l de mayor repercusión. El 9 de noviembre, el muro se convirtió en una puerta de acceso a Berlín Oeste. Los berlineses celebraban la más feliz y multitudinaria reagrupación familiar. Todos los que vimos esas imágenes no pudimos evitar sentir de nuevo: “somos berlineses”.

Las imágenes de Berlín volvían a dar la vuelta al mundo, imágenes que anunciaban una nueva realidad. Esta nueva realidad tiene sus raíces en aquellas viejas escenas de Berlín: las de la dramática reconstrucción de Berlín Oeste, las de los aviones aliados suministrando ayuda a u n a ciudad bloqueada o las de los tanques americanos y soviéticos frente a frente en el Checkpoint Charlie. Permaneciendo unidas, en Berlín y fuera de él, las naciones occidentales crearon l a s condiciones esenciales para superar un día la división de la ciudad, del país y del Continente entero.

A medida que se han ido desarrollando los acontecimientos, la Unión Soviética ha mostrado un alto grado de realismo. Hay que atribuir al presidente Gorbachov el mérito de haber…

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