POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 155

Iberoamérica: la hora de la verdad

Vicente Palacio
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El sistema iberoamericano se halla a la búsqueda de un espacio propio, de un papel relevante. ¿El objetivo? Que sus miembros encuentren un sentido y una utilidad concreta en su marco.

La convocatoria de la XXIII Cumbre Iberoamericana de Panamá, en octubre de 2013, tiene lugar en un momento crucial para el porvenir de la llamada Conferencia Iberoamericana, esa suma de múltiples instituciones, organismos y organizaciones de la sociedad civil que ha ido cristalizando a lo largo de dos décadas. El aniversario es importante: tras 22 años de cumbres anuales –1991-2012, de Guadalajara (México) a Cádiz (España)–, Panamá supone un fin de ciclo.

Se ha puesto en marcha un proceso de renovación del sistema iberoamericano, así como de la propia Secretaría General Iberoamericana (Segib). Esta vez es un proceso con una impronta de urgencia, impulsado por los propios gobiernos de ambas orillas del Atlántico, con el fin de situar a la comunidad iberoamericana en el mapa del siglo XXI.

En este tiempo han tenido lugar numerosos cambios que obligan a repensarlo todo. En América Latina y Caribe (ALC) resulta evidente una consolidación democrática firme y un crecimiento económico notable. En el plano de la integración regional, cabe destacar la proliferación de subregiones de distinta naturaleza (Mercosur, ALBA, etcétera) que conviven con movimientos centrípetos (Unasur, Celac). Resulta central el ascenso de Brasil como potencia y mediadora en el cono Sur, junto a un cierto declive regional de México, que, sin embargo, podría estar revirtiéndose…

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