Hasta estos últimos años se mantenía la creencia de que era la guerra la que decidía la suerte de las naciones; ahora, en cambio, es imperativo hacer constar que no es la guerra, sino la economía lo determinante.
Hasta estos últimos años se mantenía la creencia de que era la guerra la que decidía la suerte de las naciones; ahora, en cambio, es imperativo hacer constar que no es la guerra, sino la economía lo determinante.